Capítulo 54

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¿Por qué siempre el día que uno decide faltar a clases es cuando pasan de todo?

Me pase la mano por la cara tomando un descanso mental tras finalizar la última materia. Tuve que andar todo el día (bueno, ahí sí que exagero. Mejor digamos «gran parte de la mañana») detrás de ciertos profesores y llegar a un acuerdo para poder presentar las pruebas.

Lo bueno fue que José Ángel me prestó sus apuntes, y todo con respecto a mi extraña desaparición quedó en el olvido, como siempre. Yo nunca doy explicaciones, ellos saben que soy un chico de pocas palabras, y respetan eso.

Bueno, ahora les voy a hablar sobre las ferias de ciudad Bolívar en el paseo Orinoco. Cada año en el mes de agosto aumentan las lluvias, el río crece, y se incrementa la cantidad de pescado. A veces el río ha crecido tanto en estas fechas que hasta se desborda. El año pasado se desbordó horrible, ni se imaginan, el agua se desbordaba tanto que inundó las calles, era como un monstruo de agua en cada pequeña ola. Creo recordar que por eso se dañaron las ferias. Y si creen que exagero busquen en Google si no me creen.

La feria del paseo Orinoco siempre ha sido una tradición, y los comerciantes de cualquier cosa arman sus puestos para vender ya que nadie se pierde un día en la feria. Bueno, quiero decir que nunca faltan, porque de perderse está bien fácil por la cantidad de gente que asiste cada día. Ponen un equipo buenísimo que suena de extremo a extremo en el Mirador, que es prácticamente el centro del paseo.

Allí iremos esta noche, nos encargamos de convidar a todos los que conocemos, pero como era de esperarse casi todos dijeron que no podían y también están los que dicen que van y no van nada, así nos pasó a nosotros.

Astrid iba manejando con Andrés en sus piernas, es raro cuando lo deja al cuidado de otro que no sea su hermano, pasamos buscando a Javier, un amigo de Miguel. Igual de imperativos los dos. Y solo falta alguien más.

- Cruza aquí- le dije a Astrid.

Todos se asombraron cuando dije "para" al frente de la casa de Betty. Javier fue el primero en sacarle de onda mientras que José Ángel soltó una graciosa carcajada antes de salir del auto y ¿Por qué salió José Ángel y no yo? Le pedí el favor.

- Mhg ¿Aún sales con Betty?- preguntó Javier a mi lado.

- ¿Quién es Betty?- escuché a Astrid con curiosidad desde el volante.

Mi amigo le abrió la puerta, ella se sentó al lado mío y en todo el trayecto de su puerta hasta el vehículo ninguno dejo de mirarla en absoluto silencio. José Ángel se inclinó hacía adentro con un brazo sobre la puerta, se aclaró la garganta llamando la atención de Giselle.

- Oh, disculpa- dijo ella al notar que no le había dejado espacio y al arrimarse se sentó en mis piernas.

¿Que atrevida verdad?

- ¿Algún problema?- se volteó hacía a mi.

- Normal- fue lo que respondí.

Dejamos el auto aparcado al llegar al paseo, Miguel estaba peor que Andrés cómo un niño chiquito que apenas al llegar se fue antojando de todo.

- ¡Quiero algodón de azúcar!- me decía.

Y si, leyeron bien, "me decía" a mí. Este comportamiento les daba mucha gracia a los demás en el grupo ya que se le notaba la intención de fastidiarme, hasta Giselle se reía ¿Pueden creerlo?

Lo bueno fue que se creó un ambiente animado entre nosotros, todo eran risas y chistes, y andábamos de aquí para allá paseando la feria. Observando la cantidad de cosas interesantes que podría haber y de vez en cuando Andrés nos hacía subir a algún juego en el que no tardaban en llamarnos la atención por ser adultos.

A la final terminé invitando yo un montón de chuches y ¿Que creyeron? ¿Qué al invitarlo de rumba se solucionaría todo y ya? No, ese we no es tan fácil. Recorrimos las ferias de extremo a extremo, sin piedad contra mis bolsillos. Giselle y José Ángel tienen mucho en común, hablaron de todo.

- Ah ¿Eres Otaku?

- Si- le respondió ella con una sonrisa.

- Ya veo- José Ángel me miró con picardía a lo que sonreí y le desvíe la mirada tratando de no ruborizarme.

Le hicieron muchas preguntas a Giselle hasta que José Ángel se la llevó entre la multitud, a bailar supongo. ¿Debería de estar celoso? Lo cierto era que no podía dejar de mirar cómo le movía las caderas a otro, mientras se reía bonito.

- ¡Hey! Tranquilo- Javier me dio un pequeño golpe en el hombro que me distrajo de la escena, pero al voltear y ver a mi chica bailando con mi mejor amigo expreso un gesto de asombro tras un "Oh".

- Solo están bailando- dijo antes de irse con Miguel a buscar trago, y eso fue lo que me repetía una y otra vez sin poder converserme.

"Solo están bailando, solo están bailando" pero entre más buscaba la calma más conseguía la desesperación.

¿Alguna vez han sentido celos?

¿Pero como podría uno sentir celos de su mejor amigo?

Los celos son un hilo tan débil y tan sutil dentro de nuestro interior que resulta insoportable pensar, ideas que destruyen. El celoso no sufre por lo que ve, sino por lo que imagina, pero aún sabiendo esto no tolero la idea que lo que tengo de ella lo pueda obtener cualquiera.

Me levanté, no pude más. ¿Por qué me tiene que dejar solo si la invité yo?

- ¡Oye!- me dijo al momento que jalé su brazo y la arrastre entre la multitud dejando atrás a José Ángel solo y confundido- ¿Qué crees que haces?

- Solo quiero bailar.

Me miró, enojada, claro que yo tampoco sabía bailar así que solo le devolví la mirada. Nos miramos entre una multitud alocada por la música, por largo rato, creí que ninguno diría nada, que ninguno haría más que solo mirarnos el uno al otro. Pero no podíamos seguir así para siempre, y yo no sabía qué hacer ¿En qué diablos estaba pensando?

Giselle se alejó de mí y la sujeté de la mano con fuerza, no quería que se fuera, no sabía lo que estaba haciendo, solo sabia que me estaba desesperando. Y la abracé en ese impulso de confusión. La abracé como para nunca soltarla.

Odio los abrazos, de hecho, no dejo que nadie se me acerque. El amor, es una sensación que no se puede comparar con ninguna otra.

- A pesar de las dificultades, siempre estaré allí, aunque estés ausente o presente- le dije.

Esa noche la luna brillaba en la oscuridad del cielo nublado, la brisa era fria, tan fría que se sentía perfecto tenerla entre mis brazos. Esa noche el ruido de nuestro alrededor pasó a ser simplemente nada, un algo sin importancia, como si nada pudiese arruinarlo. Fue la noche en la que un chico hizo una promesa.

Ella, le dijo: ¿Siempre estarás conmigo?

Él, le respondió: "Si, lo prometo, aunque llegue el momento, donde tú, ya no me quieras".

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La música de arriba significa mucho en esta historia.

Kodaline - The One (Sub. Español)

😊Espero que estén disfrutando de la historia, gracias 😊

Bipolar© [Completa✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora