Capítulo 18

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Tuve que salir temprano a la farmacia, salté por la ventana y el vecino se me quedó viendo raro. El típico anciano de la casa de al frente que se sienta a leer el periódico de las mañanas, me limité a mostrar una sonrisa grande al notar que tenía sus ojos puestos en mí.

Al regresar, el señor no estaba, es un alivio. No quería que nadie me viera entrando tan sospechosamente al patio con una bolsita de farmacia en la mano. Sería bastante raro. Aunque pensándolo mejor, ahora podría esconderla muy fácilmente.

—Bueno, Señor Árbol. Sabía que usted y yo nos terminaríamos conociendo algún día —dije al adivinar que mi bella durmiente seguía roncando.

Me guardo la pequeña bolsita de farmacia en uno de los bolsillos de mis vaqueros y ágilmente trepo el árbol como si me conociera bien cada una de sus ramas, di dos pasos por el borde del techo y abrí la ventana. No estoy cansado, se me hizo algo muy fácil. Esto me hace sentir todo un ninja.

¿A qué hora se despierta esta chica? Ya son las ocho.

Giselle duerme vuelta bolita abrazando su almohada, qué tierno. Pero me está dando hambre, y se va a armar la tercera guerra mundial en mi estómago si no me voy ya. Me acerqué con la sana intención de darle un beso para despertarla, pero ni eso. Ni se movió.

Bueno, lo intenté del modo amable. Ahora el plan B, agarro una almohada y se la tiro.

—¡Oye! —se queja —¿Qué hora es? Parece madrugada.

Se vuelve a acostar y rodeo los ojos desde mi posición.

—Ay, por Dios ¡Tú no te duermes, te mueres! —exclamé con fastidio.

Me levanto y le pongo la bolsita debajo de la almohada.

—¿Eso qué es? —pregunta.

—La pastilla. —Rodeo los ojos aun a la altura de su cama.

—¡Ah, cierto! —se estira y se pone de pie.

En ese instante tocan la puerta.

—Escóndete —me susurra empujándome dentro del armario.

¡Ay, no! ¿Otra vez el armario? Espero que esto no se vuelva un hábito.

Abren la puerta apenas yo entro al armario y me quedo totalmente tieso, sin respirar. Escucho pasos firmes.

—Escuché voces ¿Todo bien?

—Sí. Estaba hablando por teléfono.

—Estabas hablando por teléfono... ¿Y de repente cortaste la llamada? —Ese tiene que ser su padre—. ¿Y el celular por allá?

Joder, esto no se oye nada bien.

—Hija, recuerda que yo te enseñé a mentir. —Escuché pasos andar hacia mí.

Abre las puertas del armario y se me queda mirando con una expresión muy seria. Suspiro.

Bonita forma de conocer a tu suegro.

Bipolar© [Completa✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora