Capítulo 74

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— ¿Pero que coño haces Admes?— expresé estupefacto.

Maldito demente.

Bajó el arma como si de verdad no pensara en dispararse, me pregunto cuántas veces ha hecho locuras así.

— Está descargada— dijo sin mirarme, suspirando.

Sentí un increíble alivio.

Aún la incertidumbre no había desaparecido por completo de mi y dije rápidamente:

— ¿Dónde está Anthe? ¿Qué planea Andrew? ¿Qué demonios está pasando?

Su silencio que ni siquiera reaccionar un poco a lo que estaba diciendo lograba inquietar, alterarme de verdad. Me puse nervioso. Le miré allí sentado al borde la su cama, con la expresión perdida y la cabeza baja, daba la impresión de no estar aquí realmente. O de que la culpa le carcomiera las entrañas, me dí cuenta por lo que dijo despues. Él no es como su padre, en el fondo siempre ha sido un buen chico. Lo sé.

— Admes— me acerqué tomándole de los hombros para que me mirase— ¡Dime, que está pasando!

Más que una pregunta parecía una súplica, y el tono amenazante de mi voz desapareció más de lo que yo quería, y el tono susurrante de la voz de Admes que tuvo al principio, cambió, como si una bomba de tiempo para la cordura hubiese estallado.

— ¡Tienes que salir de aquí! Vete lejos— me gritaba, ahora era él quien me agarraba de los hombros— ¡Vete y no vuelvas!

Para este punto su voz se quebraba un poco, sin perder el orgullo se contuvo. Yo quedé estupefacto y gélido, retrocedí lentamente mientras le escuchaba un pesado "lo siento". Y de verdad tuve miedo.

¡Dios! Estaba aterrado, no podía parar de mirar todo con horror, nunca me había sentido así. Salí corriendo con el corazón en la boca, sudando, escuchando el sonido del viento aturdir mi mente tras cada zancada, me sentí en una horrible pesadilla entrando a mi habitación y metiendo en una mochila todo lo que pude y en menos de un minuto ya estaba otra vez corriendo escaleras abajo, estaba expuesto.

Con un sabor agrio en mi boca sentí la muerte más serca que nunca, y aunque no le temía no pude evitar imaginarme a cualquiera de los hombres de Andrew al cruzar y percatarse de mi presencia, sacar un arma y apuntarme. La adrenalina en mi sangre era devastadora, tras bajar las escaleras y pensar en el mensaje que hace segundos le había mandado a Esteban, advirtiéndole.

Me dí cuenta al llegar a la sala; ya no estaban. Y temí fuera muy tarde. En la penumbra del silencio yacía sobre la mesita un trago servido, una botella abierta dejada a la mitad y la sensación de ambos estar presente en los agujeros que habían ocasionado su estadía sobre aquel sofá. O tal vez eran otros ojos los que me observaban.

Sintiendo fantasmas me escondí detrás del mueble más apegado a la pared, escuché pasos correr a través de la estancia y por inercia toqué mi arma.

Mirar a la cara al peligro parece casi irreal, caminar lado a lado con la muerte, tener que mirarle los ojos al diablo constantemente. Es imposible no temerle a menos que no me importe nada, ¡Y me importa alguien! Y deseo con tantas ganas ver su sonrisa una vez más, lo deseo con tanto anhelo que me atrevo a salir, me obligo a no temblar y pensar con cabeza fría, ignorar el sudor y abrirle los ojos a la locura. Con un arma en la mano, un disparo y una puerta abierta tan segura como su destino al infierno.

Y en este momento, ¿Saben que es lo que más me duele? Qué seguiré viviendo, que lucho por ello, y ella ya no quiere verme ni en pintura. Nunca más.

Respiro rápido y cortante, con un zumbido extraño en mis oídos. Mierda, esto es tan real como la vida misma, rogando porque nadie me mire, me dirijo hacia los vehículos o los establos, y allí están ellos mostrándose delante de mí apenas salgo.

Bipolar© [Completa✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora