Capítulo 66

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Y la casa, la destruyó como si fuera papel.
Pero había un niño que siempre lo observaba todo.
Porque no le tenía miedo, como su madre, hermano o hermana menor.
Él era el más valiente, y el que siempre guardaba silencio.
Pero en su silencio, anhelaba más que a nada en el mundo un abrazo.
Y siempre estaba solo.

Ariam observaba la ventana a su lado, escuchando al docente a cargo de la asignatura dar por culminada sus clases. En este tiempo, se había tornado más observador que antes. Más reservado.

— Al parecer has estado haciendo de las tuyas— le dijo uno de sus compañeros, sonriéndole.

Ariam ignoró el golpecito amigable en el hombro, lo miró con total indiferencia y procuró responderle tan simple dándole a entender que no hablaría de eso.

— Así parece.

El día anterior, me habían hecho una propuesta indecente en el baño, y como era de esperarse, no me negué. No soy de hablar sobre las mujeres, nunca lo he sido, ni lo que hago con ellas. Pero ella ya se los contó a todos sus amigos.

— Déjalo tranquilo, Fabián. Él no dirá nada— entró Miguel con una sonrisa a quitarme a esta mosca de encima.

Y aunque no lo parezca, él sabe que se lo agradezco mucho.

A diferencia de algunos hombres que cuentan detalles sobre su intimidad con una chica, yo no soy así. Ni pretendo sentirme orgulloso de nada.

Me levanté de mi asiento saludando con una sonrisa a Miguel, que aunque él estudie una carrera distinta a la nuestra siempre se pasa por aquí a saludarnos a José Ángel y a mí.

— Es verdad— agrega José Ángel, despidiéndose de Fabián y su compinche con el ademán de mover la mano, de una forma no tan amigable.

Y aquella casa, dejo cicatrices en sus recuerdos.
Con los momentos más tristes.
Pero siempre en su silencio, él podía observarlo todo.
Y sabía muy bien,
Que su madre lo odiaba más que a nada en este mundo.
Y que él seguía anhelando más que a nada en el mundo un abrazo.
Así que un día, se hizo fuerte.
Y aprendió a caminar solo.

Caminamos por los pasillos sintiendo la mirada de todos encima, pero ninguno de los tres sonreímos, solo nos mirábamos a nosotros mismos y al camino, ignorando lo demás.

Por lo que supe, Miguel a tenido problemas con Alicia, uno que al parecer se hizo muy viral. José Ángel, se le declaró a una chica, y está lo rechazó. Cosas como las que hice ayer es normal, tenemos fama entre las mujeres y envidia entre los hombres. Pero algo que nunca se ha visto, es que nos enganchemos a una sola mujer.

Nuestra reputación social ahora cuelga de un hilo.

— ¿Iremos?— pregunta José Ángel iniciando la conversación.

— Claro que iremos— se me adelanta a decir Miguel— ¿Por qué no?

La respuesta estaba más que clara, pero en el fondo existía una duda. ¿Y por qué si? Digo, ¿Desde cuándo las fiestas habían dejado de ser tan divertidas? ¿O por qué es que empezamos a juntarnos para ir a ellas?

Lo que sentíamos los tres, que se reflejaban por igual en nuestros rostros, era un ¿Y por qué si?

Es que acaso, la verdadera pregunta aquí es; ¿Somos felices? ¿Y como saberlo?

¿Por qué buscamos siempre en un vacío de sexo sin sentimientos?

Bueno, tampoco es que me aburra de ello.

Y esa misma casa, ya no escuchaba más la risa de un niño.
Pero en su silencio, él podía observarlos a todos.
Y aprendió a no confiar en nadie.
Con los recuerdos más tristes.
Él era el más valiente, y el que siempre guardaba silencio.
Pero en su silencio, ya no anhelaba más que a nada en el mundo un abrazo.
Y siempre estaba solo.

Bipolar© [Completa✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora