Capítulo 42

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—¡Nos cayó la tumba! —gritó el pelirrojo.

Instantáneamente se nos cayeron las cajas y soltamos a correr hacia el auto. Sentí algo horrible, "Nos atraparon" fue lo único que pude pensar. Se me tensó la mandíbula y reaccioné sin parpadear con los ojos bien abiertos. Aterrado. Con el susto tan estampado en la mirada que hasta en la desesperación podría decir que estaba a punto de llorar. Pero no, no era eso. Es que en un segundo me pasaron tantas cosas por la cabeza. No me pueden atrapar ¡Simplemente no nos pueden atrapar!

El pelirrojo fue el primero en entrar al auto, en serio, ese chico es veloz. Marcos entró en el puesto del conductor y yo me tiré adentro del vehículo junto con el pelirrojo en la parte trasera y ni siquiera terminé de cerrar la puerta cuando ya Marcos había apretado el acelerador.

Así, sin ponernos de acuerdo en nada ya estábamos metidos en la huída y al instante nos vimos impulsados hacía atrás; el chico a mi lado y yo por el repentino arranque del auto, dejando una nube de polvo para las patrullas. Logré cerrar la puerta, ya el corazón me latía a mil y estoy seguro no soy el único. Y es que en realidad por sólo el hecho de entrar al auto no quiere decir que estamos a salvo.

—¡Nos persiguen! —gritó el pelirrojo con horror.

—¿Quieres callarte de una puta vez? —gritó Marcos estresado.

Y es que ya todo eran gritos del pánico porque simplemente no podíamos hablar normal. Miré hacia atrás en la distancia se quedaban unas patrullas alrededor del camión, me fijé en los conductores siendo esposados y siendo pegados con brusquedad en las paredes de uno de los lados del camión. Y evidentemente tres patrullas venían detrás de nosotros siguiéndonos, emitiendo ese fastidioso y estresante sonido de las sirenas con esas luces azul y rojo por todos lados iluminando las calles.

Acabámos de salir de los terrenos arenosos, un montón de polvo se había levantado gracias a las llantas a toda velocidad y a que Marcos parecía conducir como serpiente en vez de ir en línea recta. Y es que es difícil, de verdad.

Se nota a leguas lo cagado que estamos.

Y lo peor de todo fue cuando llegamos a la autopista, en este camino de asfalto, con tres patrullas persiguiéndonos a una alta velocidad y que si seguíamos conduciendo por este camino terminaríamos por alcanzar al camión ¿Saben lo que eso significa?

—¡Yo conduzco! —grité desde el asiento de atrás, decidido.

—¿Te has vuelto loco? —me gritó Marcos en pánico, apretando el acelerador con todas las fuerzas que les daban sus piernas.

Y es que ni siquiera él estaba pensando bien, ¿es que acaso no se da cuenta? La verdad era que ninguno de nosotros estaba completamente cuerdo en ese momento.

—Que sí, carajo —soné bastante alterado y un poco molesto, las emociones se me revolvían por dentro.

Y el chico a mi lado con un pánico inmenso. En serio, verdaderamente aterrado, como si ya estuviese aceptando su muerte.

—¡Hágale pues! —De todos modos no esperé que se negara, así que no me sorprendió su respuesta.

Todo estaba pasando tan rápido, era obvio que su pie no quería soltar el acelerador, se levantó aún presionándolo, impulsándose con el volante. ¡Estamos dementes! ¡Y el coche se estremeció aún más de un lado a otro! Haciendo que el pobre pelirrojo traumatizado soltara gritos de terror.

Y mientras eso, sin esperar que Marcos se lanzara al puesto de al lado totalmente, me tiré en un salto al puesto del conductor sosteniendo el volante. No sé ni en qué estaba pensando ¡Estamos apunto de matarnos!

Bipolar© [Completa✔️]Where stories live. Discover now