chapter XVI

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Tras terminar el cigarrillo, Daryl se puso en pie sin emitir palabra

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Tras terminar el cigarrillo, Daryl se puso en pie sin emitir palabra. Sencillamente, me observó, largo y tenido, antes de asentir y perderse en el interior del bosque. Me extrañó que me hubiera seguido el rastro, a saber por cuanto tiempo, pero lo más confuso fue que no me insistió en ir a Alexandria para que me curaran. Ni siquiera me preguntó si me dolían las heridas, porque claramente lo hacían, simplemente me miró, supo que estaba jodida, pero viva, y se fue.

Luego soy yo la desquiciada...

Me mantuve sentada en aquel árbol un par de minutos más, hasta que el dolor fue tan agónico que me obligué a levantarme. El sudor me corría por las mejillas, al igual que la sangre, y aunque esta ya estaba algo seca, las heridas abiertas seguían desprendiendo un hilo rojo muy fino. Estaba cubierta en sangre, en suciedad, me asqueó al instante, y me encolerizó el hecho de que aquella misma mañana me había bañado en el lago. Resoplé, hastiada, y emprendí camino siguiendo las huellas de Daryl. Estaba demasiado cansada para orientarme, así que esperé que estuviera dirigiéndose a su comunidad, o no tardaría en desmayarme por el agotamiento.

Jugueteé con una flecha entre mis dedos, intentando que mis ojos no se cerraran. Estaba arrastrándome, completamente fatigada, por el bosque, cuando finalmente vi los muros de Alexandria.

¿Lo habrá hecho Daryl apropósito?

El hecho de que me encontrara justo en aquel momento me pareció extraño, y no podía dejar de pensar que él quiso que lo siguiera, aunque no lo expresara con palabras.

Quizás estoy dándole demasiadas vueltas...

Una voz me trajo a la realidad. Fue tal el susto que me dio, que sin querer partí la flecha que tenía en mis manos en dos.

Eugene...

— ¿Te vas a quedar ahí todo el día?

Me miró inexpresivo, apoyando sus brazos en la alta torre de vigilancia.

— Yo qué sé... —confesé en un murmullo, más para mi misma que para él.

— ¿Qué has dicho? 

— ¡Qué no lo sé! —alcé la voz, y con el ceño fruncido lo miré mientras levantaba la flecha partida— Por tu culpa la he roto, maldito friki.

Para mi sorpresa soltó una corta y tímida carcajada. Gruñí moviendo la cabeza, haciendo revolotear esos mechones oscuros que se pegaban a mi cara.

— El señor que trajiste... —habló regresando a su insípida expresión— está en buenas condiciones. Si es esa duda lo que te ha devuelto aquí. —no respondí— ¿O acaso es que quieres unirte a nosotros? —añadió confundido. De inmediato negué, ante lo absurdo que sería eso— De acuerdo, sea lo que sea... tengo que informar de tu presencia en los muros. 

— No. —escupí rápidamente.

No deseaba un comité de bienvenida, ni siquiera sabía lo que hacía allí.

✓DEMON'S FEARS ⎯⎯  ᴛᴡᴅWhere stories live. Discover now