Negan apareció sin previo aviso en las puertas de Alexandria, llevando a su espalda camiones y hombres. Aquella imagen lo infló de poder, era su ejército personal.
— Cerdito, cerdito, abre la puerta. —golpeó con su bate el portón de la comunidad, mientras soltaba una fría y estudiada risa que conseguía erizar la piel.
Y cuando los dejaron pasar, arrasaron con todo lo que pudieron. Fuera lo que fuera, a lo que le pusieran el ojo encima, si les interesaba, se volvía suyo, sin necesidad de pedir ningún permiso.
Golpearon con fuerza en sus esperanzas, ahogando con sus manos cualquier resquicio de rebeldía que pudiera quedar en sus corazones. Todo lo que tenían y eran, se había convertido en propiedad de Negan. Debían entenderlo, y lo harían de una forma u otra.
— ¿Dónde está Riley? —preguntó Carl sin bajar la mirada, siendo el único que no temblaba ante la presencia de Negan.
Era estúpido o valiente, pero quizás un poco de ambas cosas.
Negan bajó el bate de su hombro y sin preocupación alguna, se lo cedió a Rick para poder agacharse a la altura del adolescente.
— No puedes preguntar por ella, chico. —sonrió, y Carl apretó la mandíbula con furia ante su soberbia— Es mía, no puedes preguntar por mis cosas.
No respondió, y su padre justo al lado, mantuvo la mirada fija en la nuca del hombre. Con el bate en sus manos, le sedujo la idea de golpearlo con él hasta que no quedara nada. Al igual que había hecho Negan con dos miembros de su familia. Pero, si fallaba, o si cualquiera de los hombres de su ejército decidía tomar represalias, perdería lo poco que le quedaba.
Negan se irguió apoyando sus manos en las rodillas, y al encarar a Rick, no ocultó su satisfacción. Le quitó el bate de las manos, regresándolo a su hombro.
— Veo que ya lo entiendes, Rick. —su aura de superioridad era insoportable, sin embargo, Rick consiguió no ceder a la ira.
— Ya tienes lo que querías. —aflojó la tensión de su mandíbula— Ahora, por favor, marchaos.
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✓DEMON'S FEARS ⎯⎯ ᴛᴡᴅ
Fanfiction𝘁𝗵𝗲 𝘄𝗮𝗹𝗸𝗶𝗻𝗴 𝗱𝗲𝗮𝗱 𝗳𝗮𝗻𝗳𝗶𝗰𝘁𝗶𝗼𝗻 [TERMINADA] Riley apenas puede soportar su propia mente, pero cuando dos hombres se cruzan en su camino, se verá obligada a decidir entre: sostener la poca cordura que le queda o sucumbir finalment...