✓DEMON'S FEARS ⎯⎯ ᴛᴡᴅ

chapter XL

Negan arrastró a Rick hasta la caravana, lanzándolo al interior, pegó un portazo tras él que dejó un silencio absoluto fuera.

Cuando intenté dar un paso adelante, los ojos de Simon se colocaron sobre mí, pero di otro más, y no me detuvo, así que continué hasta que caí frente a Abraham.

— Estoy aquí. —junté nuestras frentes, escuchando de cerca su llanto— Estoy contigo. —ahogué un sollozo cuando mi mirada escapó brevemente hasta Eugene. Cuando notó como me temblaba el cuerpo, me envolvió en sus brazos con fuerza— Estamos juntos, t-te... te tengo. —nos sostuvimos el uno al otro, y nos aferramos como si fuera lo último en pie que nos quedaba.

— Y-yo... yo no... —intentó decir algo, pero fue incapaz.

No supe qué decir, qué demonios soltar para conseguir aplacar su dolor. Era imposible, lo sabía porque nada de lo que pudieran decirme a mí, me quitaría tampoco el tormento que cargaba en el pecho.

— Está muerto. —de repente lloré con más fuerza, como si no hubiera sido consciente hasta hora de lo ocurrido— Eugene... —Abraham me sujetó la cabeza, ocultándola en el hueco de su cuello. Me aferré a su ropa como a un jodido bote salvavidas— Eugene está muerto. 

Respirar me dolía, pensar, hablar, vivir, todo era más doloroso sin él.

Mi cuerpo se agitó en espasmos mientras era incapaz de parar de llorar, era tanta mi angustia que creía morir, pero no lo hacía, y eso era mucho peor. 

No moría, y debía recordar una y otra vez, el estallido pringoso de su cabeza siendo golpeada con el bate. El ruido de su cuerpo cayendo sin vida, desplomado como si no fuera nada. Una y otra vez.

De golpe la puerta de la caravana se abrió, provocando que mirara hacia allí con pánico.

— Acabo de tener una idea magnífica, Rick. —Negan salió solo, y cuando sus ojos oscurecidos se clavaron en mi figura, supe que estaba jodida— Ven aquí. —ordenó.

Solté a Abraham al momento, pero este se aferró a mí impidiéndome mover un músculo.

— S-suéltame. —rogué notando como Negan se impacientaba— Zanahorio... —sonreí con dolor— ...suéltame.

Finalmente sus manos me dejaron ir, y me apresuré a llegar hasta Negan retirando en el proceso cualquier lágrima de mi cara. Negan me observó detenidamente antes de hablar.

— Tú me ayudarás a hacerlo entrar en razón. —tomándome del brazo, me llevó al interior de la caravana— Primero... —con una ceja alzada, miró mi torso cubierto por la manta— Vístete, esto será movidito.

Al entrar todo estaba oscuro, el amanecer aún no daba suficiente luz y, desde un rincón del pasillo, en el suelo, Rick alzó la cabeza encontrándome. Pude contemplar como su mirada de miedo se intensificaba.

— Oh, tranquilo. —se agachó a su altura tras lanzarme una chaqueta— No la mataré. —sonrió emocionado— Pero puede que tú sí, si no te portas bien, Rick.