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Es tarde cuando entro en la habitación número quince. Me preocupa que él se haya podido marchar, pero no. Esperando con un fabuloso traje italiano color gris claro, con sus manos metidas en los bolsillos de su pantalón y de espaldas a la puerta. Me ruborizo de pensar en lo molesto que debe estar por lo que paso la última vez y que hoy lo hiciera esperar, como si eso fuera poco. Hoy fue difícil salirme de la vista de los guardias y de la vigilancia de las cámaras. Sé que es cuestión de tiempo antes de que me atrapen con las manos en la masa. Pero si las cosas van como lo esperado, quizás ya no deba volver a verlo. Anuncio mi llegada con los nudillos tocando la puerta y, con una elegancia casi felina, se gira.

-Buenas noches, señorita Penélope. -dice en voz baja, con un tono calmado y nada enfadado como me esperaba.

-Buenas noches, Señor -respondo.

Maldita sea... Se ve tan relajado.

-¿Larga noche?

-Lamento que me tuvieras que esperar tanto. Había mucho tráfico.

Sonrie.

-No importa. Ya estás aqui. -me dice midiendo cuidadosamente sus palabras.

Trago saliva y me giro para cerrar la puerta, agarro del pomo, empujo suavemente y después me apoyo sobre la madera.

-¿En que estabas pensando? -le pregunto para cambiar de tema.

Se pasa la punta de la lengua por sus labios, se muerde el labio y sonrie disimuladamente.

-Ya veo. -miro hacía otro lado y sonrío. -en mi.

-Eres muy egocéntrica, Señorita Penélope. Cualquiera diría que solamente soy capaz de pensar en ti por la manera en la que lo dijiste.

Lo noto divertido y resignado que me dan un brinco el corazón. Él se pasa la mano por el cabello y mira la hora en su reloj.

-Me apena reconocerlo, pero si estaba pensando en usted. -susurra, bajando la cabeza y mirando la punta de sus zapatos. -En lo linda que se vería con unos zapatos de taco aguja.

-¿En serio? -susurro avergonzada.

Eso me trae viejos recuerdos. Cuando empece mi relación con Jen y él me entrego mucha ropa nueva solía ponerme muy seguido calzados con tacos finos, ropa elegante y que me hacían lucir como una mujer adulta. Quizás. Si, en esa epoca mi deseo era verme como una mujer fuerte, poderosa, inalcanzable como el papel que intentaba interpretar. La ropa se volvio mí disfraz y asi oculte todos mis inseguridades.

-No me gustan ese tipo de cosas. -susurro, y un escalofrío me recorre la columna vertebral.

De esa niña no queda mucho. Prefiero mostrarme totalmente opuesta a esa chica y ponerme cosas más comodas, algo que me permita salir corriendo si la situación lo amerita o si tengo que hacer ejercicio.

-Creo que te verías preciosa, Angelito. Eres muy elegante com....

Sigue usando ese apodo pero todavía no sé si termina de gustarme. Creo que no doy ya para ese papel.

Me echo a reir.

-Yo me veo preciosa con lo que sea que uso. -respondo secamente - Usar tacos aguja o zapatillas no me hace menos o más mujer, asi como tampoco necesito tu aprobación.

Me enojo más por el apodo que elegio de mi y que sigue usando sabiendo que lo detesto.

-¿Estas enojada? -pregunta verdaderamente interesado.

Resoplo.

¿Por que siempre hace que quede yo como la mala? Jen y él son identicos. Los dos voltean el tablero y tratan de ponerme dentro del ojo del huracán.

DONE FOR MEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora