Los guardias empiezan a surgir de los lugares reconditos de la casa y me detengo.
¿Donde estaban todo este tiempo? Mierda. Son demasiados. Hago un conteo rapido y calculo que deben ser aproximadamente nueve.
– Tuviste que traer refuerzos por una simple cena. ¡La verdad no pensé que tuvieras tan miedo!
Sueno tranquila y divertida, pero en el fondo estoy asustada por el giro que dio la situación y solo estoy tratando de verme segura porque no quiero mostrarle que me desestabilizo.
– Vamos a dejarnos los juegos y quiero que hablemos enserio, Fresa. – responde con mucha frialdad, metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón.
– ¿Tenemos que hablar de verdad?
La mano me tiembla.
– Pensé que lo nuestro era pura charla vacía y que tu decías lo que querías, cuando te pegara la gana, y yo escuchaba.
– En realidad lo que dices es al revés… yo escucho, tu dices.
Me encojo de un hombro.
– Hay problemas de comunicación.
SI Azusa quiere que hablemos de verdad no tengo problemas. Estoy cansada de este tira y afloja todo el tiempo. Es desgastante.
Hay una cosa de la que estoy segura sobre Azusa, algo que no puedo ignorar y olvidar nunca; Azusa no es Jen.
Aunque mantuve el mismo tono jovial y los chistes incomodos que usaba con Jen nunca cruce la linea con él del todo. Creo que la verdad es que tampoco me siento comoda como para dejarme llevar de esa manera ni siquiera si quisiera, porque cuando estoy con él hay muchos sentimientos confusos. Me siento en paz y segura pero al mismo tiempo sé que no puedo confiar y que tengo que estar alerta.
Todo lo que digo es analizado exhaustivamente por más que no parece. Azusa en el fondo es una persona sería y un adulto de verdad, si esta siguiendo la corriente hasta ahora es porque esta jugando conmigo.
– ¿Qué quieres de mi, Venecia? – pregunta.
– La verdad.
Me rehusó a continuar con este juego tan desgastante.
– ¿Quieres saber si las hijas de tu amiga están a salvo?
Me estremezco.
– No me meto con niños, Venecia. – dice con tono neutro, pero sin perderme de vista – No me meto ni con embarazadas ni mujeres.
– ¿Pero…?
– Jasper considera que Misty es de su propiedad. Él ya esta bastante enfadado contigo por su muerte y por que no sabe donde están sus restos… si sabe que Misty tuvo dos hijas intentara conseguir a las niñas.
Confirmar que lo que dijo Ashton era cierto no me causa ninguna satisfacción. Ahora puedo continuar con lo acordado, sobre todo porque ahora más que nunca es muy importante que lo haga, pero al escucharlo hablar del tema tan tranquilo no sé si puedo. El estomago se me revuelve y tengo ganas de vomitar.
– De hecho, ya se entero que estaba casada y esta intentando averiguar si existe la posibilidad de que haya tenido una hija. Él piensa que podrá volver a tener a…
– ¿Y tu que? – interrumpo, asqueada.
Azusa arquea una ceja.
– ¿Se las a vender, hijo de puta? ¿Vas a entregar… a dos niñas inocentes?
¿Por qué me siento sorprendida?
Siempre sospeche de que no era la persona que aparentaba ¿Por qué sus palabras me hacen sentir decepcionada?
– Planeo entregarlas a Jasper para ganar más tiempo. – confirma.
– ¿Más tiempo?
– Te quiere, Venecia. Quiere tenerte en sus manos, torturarte y después…
– ¿Y tu no puedes permitirlo porque primero esta tu diversión, cierto? No puedes permitir que me tenga porque primero necesitas satisfacerte primero y por eso vas a jugar con la vida de dos inocentes – vocifero.
Mis rodillas tiemblan como si en cualquier momento pudiera caerme al suelo. Me veo en el reflejo de sus ojos y tengo que mover la cabeza para dejar a esa persona a un lado. ¿Por qué estoy sorprendida porque Azusa sea como el resto? ¿Por qué pensaba que estaba segura y en paz con él? ¿Es por eso?
Aquella primer momento que escuche su nombre Red Velvet me dijo que era una persona de temer. Sin embargo, con esos buenos modales, su trato agradable y esas sonrisas seductoras, me envolvió y me hizo sentir segura. Si no fuera porque tenía esa amenaza en mis recuerdos tal vez hubiera caído del todo.
