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Pensé que iba a tener que lidiar con su presencia desde el primer día, pero me equivoque y lo único que me acompaño es la soledad por tres días. Cada rostro que veo cada día es desconocido, y siempre que alguien aparece nunca son los mismos que han venido antes para que pueda reconocerlos.

Los guardias ya no son los mismos. Las chicas son nuevas.

No hablo con nadie, cada visita se niega a dirigirme la palabra, ni con Misty. Ahora mismo soy capaz de perdonarla con tal de verla y saber que está bien. No, no quiero que sufra. Si lo hago él se enojara. Sus celos son capaces de hacerle daño a Misty y a mí.

Él me quiere aislar... va a evitar que conozca a nadie.

Ya no intento sacarme el collar de perro, porque es inútil. Una vez más me encuentro en sus manos y, para variar, no sé qué me espera. No le basto con traerme a este infierno, también me ha convertido en su mascotita.

Siento un vacío en mi pecho, que se ha instalado desde que me di cuenta que no soy nada más que un arma. Estoy cansada. Camino de una punta a la otra, mirando la ventana y contando mentalmente mis pasos.

Mi dormitorio tiene todas sus cosas. Lo trajo todo de nuevo. Cuando miro su ropa colgando de la ropa en el placar me deja un sabor amargo en la boca, pero me contengo para no romper todo y trato de estar lo más tranquila como sea posible. No puedo enojarme con él. Estoy en terreno hostil. Él es impredecible y no sé qué me hará. ¿Un collar con un rastreador? Eso es lo más suave que puede hacerme, lo sé.

Tranquila... preocuparse por esto es un desperdicio de energía.

La puerta al abrirse me saca de mis pensamientos de golpe y mi cuerpo reacciona antes de que pueda pensar cualquier cosa.

-Veo que ya está más tranquila -dice con la voz monótona e inexpresiva, cerrando detrás de él.

Jen se ve mucho más calmado que la última vez que lo vi y eso es mil veces más preocupante que enojado. La furia sube por mi cuerpo como las llamaradas comiéndose un bosque y sus palabras se repiten en mi mente, provocando que cada vez que se dicen aumente más mi ira.

Saco el cepillo de dientes que llevo escondido en la cinturilla de mi pantalón, lo he estado afilando en secreto, levanto el brazo de forma violenta y avanzo hacia él rápido, furiosa, sin darle tiempo a prevenirlo y coloco la punta afilada debajo de su mentón.

-Quítame este collar de mierda o te juro que te mato, Jen.

Por más que trate de calmarme, dentro de mi hay una vergüenza tremenda por tener que soportar esta humillante posición en la que Jen me ha colocado, siento como mi dignidad como mujer, como persona, se ve ultrajada por esto. No lo voy a permitir. No voy a tolerar esta humillación.

-Me equivoque -dice, parpadeando pasmado. -Estas todavía enojada.

Bajo el cepillo por su cuerpo basta sus costillas, Jen me empuja y saca su pistola, apuntándome en la cara.

-Creo que todavía no entiendes como deberías comportarte...

Levanto el brazo para pegarle una trompada en la quijada, pero, él me toma de la muñeca, tira de mi brazo y me embiste contra la pared. Intento maniobrar para que me libere. Jen me agarra de la otra muñeca, la sube por encima de la cabeza, la otra y las agarra con una mano, tira de ellas hasta que solo las puntas de mis pies tocan el piso. El cepillo cae al suelo y él lo patea hacía algún lado de la habitación.

-Me parece que te consenti demasiada que ahora piensas que puedes hacer lo que quieras. -susurra contra mis labios -Fresa, me canse de jugar hace mucho tiempo, pero sigues tirando de la cuerda y continuas provocándome como si fueras intocable. Mi paciencia está en mi límite.

DONE FOR MEWhere stories live. Discover now