𝐇𝐄𝐀𝐓 𝐎𝐅 𝐓𝐇𝐄 𝐌𝐎𝐌𝐄𝐍𝐓
❝ parece que siempre estas
olvidando cosas. hay cosas
que simplemente no pueden olvidarse.
ni hacer como si no hubieran pasado ❞
❝ mira, si esto es por aquella
vez, tú estabas de acuerdo.
dejé las co...
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Oh, la ironía de la vida.
¿Cuántas veces se había topado de frente con un metamórfico? ¿Decenas?
Lo más difícil tal vez era identificarlos pues su apariencia era la de cualquier otro humano vulgar, la única pista la retahíla de cuerpo que dejaban a su paso y las pieles miudadas en las alcantarillas. La confirmación era el destello en los ojos cuando eran captados en cámara. Holly se había acostumbrado a revisar imágenes cuando no era capaz de identificar con que tipo de criatura estaba lidiando, muchas veces, efectivamente, tratándose de metamórfico.
Matarlos era más bien fácil; una puñalada en el corazón. Mucho más fácil que matar a una shtriga, que solo podía ser aniquilada mientras se alimentaba y con una bala de hierro. Matar a un metamórfico era un paseo en el parque.
Bien, Holly no podía explicarse entonces como había acabado con una puñalada que aún continuaba sangrando en el estómago y maniatada a una de las tuberías que recorría el alcantarillado. Seguramente también tenía una contusión. Aun así, desde el momento en el que había despertado había estado intentando liberarse de las cuerdas que rodeaban sus muñecas, frotando su anillo -que tantas veces la había salvado de situaciones así- contra las cuerdas.
Los ruidos al final del túnel hicieron que dejara de moverse con la intención de que el metamórfico no la pillara con las manos en la masa. Debería de haber sido más rápida, comenzaba a notar la pérdida de sangre y, si no se liberaba, no sabía cuánto tiempo iba a ser capaz de mantener la consciencia.
Se mantuvo quieta, sin mover un músculo y vio como el metamórfico volvía a hacer acto de presencia, aún con la misma piel que tenía la última vez que lo había visto pero esta vez acompañado de un chico inconsciente.
Alto, pelo castaño y aproximadamente hasta la altura de los hombros. Una herida en la frente que dejaba entrever la razón por la que estaba inconsciente. Un golpe en la cabeza, al igual que ella. Y al igual que Holly, ahora también estaba sujeto a las tuberías, unos metros más allá.
Y después volvió a irse.
Holly suspiró. Tenía sentido porqué a ella la mantenía presa, teniendo en cuenta que había intentado matarlo y que, si no recibía cuidados en su herida, el mismo tiempo la mataría. Pero no entendía porque ahora estaba acompañada de un hombre. Ese no era el comportamiento típico de los metamórficos, no cuando ni siquiera se había molestado en adoptar su aspecto.
