Capítulo 30

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Hay decisiones que se toman en un abrir y cerrar de ojos; un momento en el que todo explotó y eso no significa precisamente que sea lo que hay en tu corazón o sean tus verdaderos sentimientos

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Hay decisiones que se toman en un abrir y cerrar de ojos; un momento en el que todo explotó y eso no significa precisamente que sea lo que hay en tu corazón o sean tus verdaderos sentimientos.

El día que pedí ver a Margo caer, estaba llena de ira y mucho resentimiento por mi hermana, no quiero justificarme, pero su forma de actuar había sido egoísta y lo único que había causado en mí, es que todo se rompiera. Comprendía las cosas que decían sobre Jacob y comprendía sus razones, pero ellos... ella no me comprendía a mí.

—Ven es hora de irnos —decía mi mamá.

No sabía que estaba sucediendo con Margot, desde la noche del sábado había estado rara, ni siquiera quiso ir con nosotros al servicio de la iglesia el domingo, y esa mañana, para ser lunes tampoco se mostraba entusiasmada en ir a la escuela, algo que era raro en ella. La única explicación que me dio mi mamá era que mi hermana no se sentía bien.

Ya había pasado una semana desde que expulsaron a Jacob, así que no encontraba respuestas ante la actitud de mi hermana, mucho menos ante la actitud de mis padres. Especialmente la de mi mamá quién parecía estaba ocultando algo y ese algo, se refería a mi hermana.

De camino a la escuela mi mamá mantuvo la mirada puesta en el camino, ante mi perspectiva parecía deseaba llorar, pero mi presencia la contenía de hacerlo.

Deseé preguntar, pero la culpabilidad de pensar que seguramente Sofía ya había cobrado venganza me detenía, aunque me frustrada que mi mamá parecía estar involucrada y en ningún momento mi intención incluía a mi mamá. Siendo sincera para ese momento ni siquiera tenía intención de hacer pagar a Margot, pese a que mi relación con Jacob estaba completamente destruida.

—Adiós mamá —dije.

Su respuesta fue solamente una sonrisa fingida. La conocía perfectamente.

—¡Qué bueno que llegas! —decía Ingrid.

Ya hacía rato que le habían quitado el yeso y podía caminar nuevamente.

—¿Y eso que me hablas? —pregunté—, según recuerdo la última vez que hablamos dijiste que ya no solía ser una buena compañía por defender a Jacob.

Entre 2 billones de GalaxiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora