Capítulo 31

142 20 5
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Llega un momento en el que la edad de tus hijos te alcanza: te ves al espejo y te das cuenta de que ya no eres la jovencita que hacía años, aunque por dentro lo sigues siendo y los años reflejados en el espejo solamente se convierten en un signifi...

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Llega un momento en el que la edad de tus hijos te alcanza: te ves al espejo y te das cuenta de que ya no eres la jovencita que hacía años, aunque por dentro lo sigues siendo y los años reflejados en el espejo solamente se convierten en un significado del tiempo, que ha pasado, porque en tú interior sigues siendo una chiquilla y no precisamente la mujer sabia y madura que tus hijos creen que eres.

En ese momento Margot estaba dependiendo de mí. Hay un lazo que se crea en algún momento con tus hijos, en los cuales simplemente con una mirada o un simple gesto que hagan, sabes a la perfección: Que algo no está bien. Así que tarde o temprano te enterarás de qué está pasando, eso, si la confianza te lo permite.

Buscan una respuesta ante una situación que se vuelve inclusive más difícil para ti como madre porque su sufrimiento también te consume, y aunque de cierto modo comprendes lo que está viviendo porque sabes que tú también tuviste su edad, la decepción de darte cuenta de que ya no es la bebé que pensaste te hace tener una primera reacción que por lejos no es la respuesta que ellos estaban esperando.

Me molesté y mucho, cuando Margot me confesó lo que había sucedido. Estaba preparada para que algo así sucediera con Raisa, pero no con mi hija mayor quién siempre se había mostrado cuidadosa, principalmente de su sexualidad. Los principios dados en la casa fue lo primero que sentí se habían perdido al momento en que la vi en el video que se había compartido entre sus compañeros, en la escuela.

No tenía mayor conocimiento de los detalles y aunque como madre me interesaba conocerlos para tener una mejor perspectiva de lo acontecido, tampoco era algo indispensable ante la desesperación de mi hija que estaba esperando escuchar de mis labios una solución, o al menos, algo que la hiciera sentir menos sucia de lo que se sentía.

Como dije: mi primera reacción no fue la esperada y quizás, ni siquiera fue la correcta. Pensé por unos momentos una respuesta entre tantas experiencias vividas alrededor de mis cuarenta y cinco años que pudieran dar solución a lo que estaba sucediendo, pero no encontré ninguna. Si se bien cuarenta y cinco años en una mujer no es una edad para catalogarnos de una tercera edad, si es cierto que en los años de mi niñez la tecnología no estaba tan avanzada como hoy día, y al no poseer un trabajo que me aorillara a aprender sobre ella, mis experiencias al respecto se limitaban. Aún así, seguía siendo mujer y había un tema que jamás se podrá limitar para alguien que haya tenido hijos, y es la sexualidad. Claro, después de tener en cuenta que debemos romper muchos tabúes, antes de poder hablar con libertad sobre ellos.

Entre 2 billones de GalaxiasWhere stories live. Discover now