Capítulo 39

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—¿Qué se supone que es esto? —preguntó muy molesta

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¿Qué se supone que es esto? —preguntó muy molesta.

—Es tú hermano, lo traje para que lo conozcan.

Margot estaba sentada en el sofá, también con cara de sorprendida, mientras doña Gabriela mostraba su gesto de preocupada desde la cocina.

—¡Ay, por dios papá! —explotó—, ¿Enserio crees que me voy a prestar para esta desfachatez de tú parte? —preguntó con rechazo y se dirigió a su cuarto.

Su papá fue tras ella, mientras Margot haló al niño a su lado.

Doña Gabriela terminó de preparar un jugo para dárselo al niño y también fue tras ellos.

Los gritos se escuchaban hasta la sala, Margot simplemente intentaba distraer al niño con el celular.

—¡Estoy harto Raisa, harto! —exclamaba don Ariel.

—¿Cómo crees que me siento yo, ah? ¿Feliz? ¡Por favor! trajiste a ese pobre niño y no te das cuenta de que humillas a mi mamá haciendo que tenga que aceptarlo, cuando no debe ser así. Lo impones, y no me parece justo cuando deberías haber aceptado tú error y arrepentirte, no mostrarte como el digno que en tu cabeza crees que eres.

—Sabes que yo mantengo esta casa y a esta familia, así que tengo todo el derecho de traer a quien quiera. ¿En dónde está el amor hacia el prójimo hija?

—No me salgas con cosas absurdas, porque si no, ¡me queda muy claro de tú parte, que suficiente amor al prójimo tuviste que por eso hasta otra mujer tenías! —le gritó Raisa.

Una cachetada en la mejilla de su hija frenó aquella conversación.

—¡Estoy harto Raisa, harto de tus insolencias! ¡Harto de que te sientas con derechos que no tienes, estás en mi casa así que me respetas o te voy a comenzar a hacerla respetar! —gritó—, cometí muchos errores y estoy intentando remediarlos, pero hay cosas que son únicamente entre tú mamá y yo, así que no tienes por qué meterte. Estoy cansado de que siempre tengo que doblegarme a tus malcriadeces, perdiste el año, sales y entras de la casa cuando se te pega la gana, sigues siendo novia de ese tipejo que sabes perfectamente te he prohibido de muchas formas que salgas con él y no haces caso, las cosas ya no pueden seguir así.

—No te atrevas a golpearme otra vez papá. No tienes ningún derecho, y más cuando fuiste tú quien se ganó el irrespeto de mi parte —respondió entre dientes, las lágrimas estaban más que presentes—. ¡¿Por qué no pensaste en las consecuencias mientras te revolcabas con tu amante?! —levantó la voz nuevamente.

—Te lo advertí —respondió sacándose el cincho del pantalón.

—¡Ariel tranquilo! —pidió doña Gabriela.

—¡Salte del cuarto! —gritó, sacando a empujones a su esposa.

—No te atrevas a pegarme papá, ni se te ocurra.

Entre 2 billones de Galaxiasحيث تعيش القصص. اكتشف الآن