Capítulo 52

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Seis meses estuvo interna Raisa en el centro de rehabilitación; en esos meses, durante cinco meses y medio salió un día a la semana por dos horas, solamente para ver a su hija y poder platicar con ella

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Seis meses estuvo interna Raisa en el centro de rehabilitación; en esos meses, durante cinco meses y medio salió un día a la semana por dos horas, solamente para ver a su hija y poder platicar con ella. Nunca la pudo cargar durante ese tiempo, ya que la bebé permaneció ese mismo lapso en la incubadora a causa de lo delicada que estuvo su salud.

Su alta llegó un viernes a las ocho de la mañana, cosa que le sorprendió ya que tenía entendido que saldría el lunes de la siguiente semana. Aún así, se alegró porque al fin estaba limpia y podría estar bien para cuidar a su bebé. Su sonrisa se borró cuando su mamá y papá llegaron a traerla inclusive antes de que empacara sus cosas. Le indicaron que no se preocupara que los del centro enviarían todo para su casa cuando estuviera listo, pero que debían ir al hospital.

Se hubiese entusiasmado imaginando buenas noticias de no ser, porque el rostro de sus padres los delataba y daban a entender de que las buenas noticias estaban muy lejos de serlo.

Desconectarían a su hija ese día. Ya no podían seguir pagando el hospital y los mismos doctores sugirieron que era lo mejor, porque ya no había nada que hacer. La pequeña no resistía más y era mejor que la dejaran ir. Hubiesen deseado decirle antes, pero era una decisión que escucharon esa misma mañana, por eso la prisa en que Raisa saliera ese día y no hasta el lunes.

Tanto doña Gabriela como don Ariel se habían negado a la posibilidad durante meses, pero sabían que ya no podían seguir extendiendo el tiempo, y tenían que afrontar la realidad así fuese dura.

Los ojos de Raisa se llenaron de lágrimas, pero intentó ser fuerte luego de que llegó al hospital y escuchó de voz de los mismos doctores que no había nada que hacer, y que la pequeña estaba sufriendo.

Sentía como algo la quemaba por dentro. Al mismo tiempo su amor de madre la enfrentaba a aceptarlo, y disfrutar las horas que quedaran antes de que la desconectaran por completo. Estuvo en el hospital esperando ansiosa que le permitieran pasar, —en su muy profundo ser aún tenía esperanza de que un milagro sucediera.

Estaba deshecha, pero se mostraba firme en medio de su tristeza y dolor.

Toda firmeza desapareció en el momento que unas enfermeras llegaron para informar que comenzarían con el proceso y solamente querían saber si querían estar presentes. Estaba inquieta por ver a su hija. Sus pies parecían de plomo, no quería caminar hacia lo que sería una despedida.

La bebé había nacido con malformaciones cardiacas entre otras batallas más, que le tocó enfrentar por ser una bebé prematura e hija de una madre drogadicta. Así que ni su corazón, ni sus pulmones resistían más y la única verdad es que debía partir.

—¿Puedo verla? —preguntó.

Estaba en shock. Durante todo el tiempo que había estado en rehabilitación había visto videos y tenía conocimiento del estado de su pequeña, pero era la primera vez que podía verla estando limpia de toda sustancia. Las mismas enfermeras ya habían avisado que podían pasar, pero ella tenía un bloqueo como si volviera a despertar y preguntara si tenía el permiso.

Entre 2 billones de GalaxiasWhere stories live. Discover now