Capítulo 58

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Cuando me desperté y lo vi, allí, recostado en el sofá y profundamente dormido una parte de mí sintió alivio; muchas veces me pregunté en dónde estaba o si había muerto por qué no había tenido siquiera la oportunidad de despedirme de él

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Cuando me desperté y lo vi, allí, recostado en el sofá y profundamente dormido una parte de mí sintió alivio; muchas veces me pregunté en dónde estaba o si había muerto por qué no había tenido siquiera la oportunidad de despedirme de él. Así mismo, al instante, un estruendo dentro de mi corazón causó una herida enorme, tan fuerte que se me hizo imposible contener las lágrimas. «¿Cómo le iba a decir que nuestra pequeña no estaba con nosotros? ¿Ya lo sabría?» Cualquiera que fuese la respuesta sería difícil y dura, no tenía los detalles y era claro que iba a quererlos saber.

—¿Estás bien? —preguntó una compañera de trabajo y supervisora.

Fui a trabajar ese día precisamente, no por ser la más responsable, si no porque era parte de mi escapatoria.

—No, no estoy bien —respondí.

El llanto me ganó.

—Ven, siéntate. ¿Quieres que llame a un médico?

—No, no, no es nada de enfermedad, gracias —respondí entre sollozos.

—Tú hermana está aquí, dijo que traía unas muestras de postres para la boda para que las pruebes.

—¿Margot?

—Sí, la voy a llamar para que venga contigo. Quédate aquí sí, no te muevas.

—Gracias.

—A ti, y sabes que cuando quieras hablar sea lo que sea, puedes contar conmigo. No solamente soy tú supervisora, veme como una amiga.

Ella sabía lo de mi pequeña y cuando recién entré a trabajar fue un tema por el que si bien, no nos hicimos las mejores amigas sentíamos empatía la una por la otra, ella también había perdido un hijo, en distintas circunstancias, pero compartíamos la misma tragedia, por ende, el mismo dolor.

Cuando la conocí fue justamente de esa forma, la encontré mal y le fue imposible no llorar, con seguridad pensó que me sucedía lo mismo y por eso no preguntó más allá de sí estaba bien o necesitaba un doctor.

—Hola, ¿Qué pasó? —preguntó Margot al verme llorar. 

Ni siquiera pude responder y salté a abrazarla con fuerza.

Entre 2 billones de GalaxiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora