Raisa y Jacob, desde su infancia, son dos almas destinadas a encontrarse. Raisa proviene de una familia cristiana y Jacob de una familia con problemas de drogadicción y en dónde Dios, no ha sido precisamente algo más que una palabra.
A pesar de su...
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—¿A dónde vas? —preguntaba don Ariel desde la mesa.
Revisaba la correspondía.
—Quedé con los muchachos del grupo en que nos reuniríamos hoy para comenzar con las reuniones para jóvenes, el pastor nos dijo que ya podíamos comenzar las reuniones nuevamente.
—¿Vas a la iglesia entonces o a casa de alguno de ellos?
—A la casa de Raquel, su mamá viene por mí.
—¿Quién es, no la recuerdo?
—La líder de jóvenes, es la hija de uno de los pastores asociados. Raquel Bremon, no recuerdo como se llama su papá.
—Sí, sí, ya recordé. Tengo tantas cosas en la cabeza que ya no sé ni en donde estoy parado. ¿Raisa va contigo?
—No, dijo que no se siente bien.
—Qué raro —dudó.
—Igual no importa papá, la reunión supongo va a durar buen rato y ya sabes cómo es mi hermana.
—No sé trata de eso, sabes que es importante que se involucre en las actividades de la iglesia, la mejor herencia que yo les puedo dejar es el servicio a Dios.
Margot se quedó pensativa. No le hacía ninguna gracia que su hermana fuera con ella.
***
—Raisa —dijo don Ariel, la puerta de la habitación de Raisa estaba abierta—, Arréglate vas con Margot.
—Estoy cansada —se quejó—, hoy tuvimos partido en la escuela y me cansé mucho.
—No importa, no vas a una reunión de adultos si no que de jóvenes, sabes que quiero que te involucres en las actividades de la iglesia como tú hermana.
—Lo sé, y me voy a involucrar verás. Además, no es una reunión para todos si no que solamente para los que son lideres y tienen privilegios, yo ni en la danza he estado así que por hoy no creo sea prudente ir.
—Está bien —dudó.
No estaba convencido en totalidad, pero de cierta forma aceptaba que su hija tenía razón.
