Raisa y Jacob, desde su infancia, son dos almas destinadas a encontrarse. Raisa proviene de una familia cristiana y Jacob de una familia con problemas de drogadicción y en dónde Dios, no ha sido precisamente algo más que una palabra.
A pesar de su...
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Hay un minuto en el que simplemente todo se detiene, y nada tiene sentido. Estaba molesto por lo que estaba sucediendo con mi mamá, y mucho más molesto, por darme cuenta de que Raisa me estaba mintiendo; me gustara o no, estaba siguiendo un camino que ya conocía y del cual, el mejor espejo era mi madre.
No quería que terminara así, por lo que le envíe un mensaje diciéndole que necesitábamos hablar. No respondió y en cambio, llamó.
Fue tierna con cada una de sus palabras, amorosa y comprensiva, me habló sobre la falta que le hacía y que quería verme. Sabía que estaba mintiendo y la encaré, le dije que ya sabía que con seguridad había vendido el telescopio que yo le había regalado, que jamás lo había recuperado y que ya lo sabía todo. Que estaba enterado de que se estaba escapando, y que en la tarde cuando habló conmigo me mintió. Estaba furioso así que le colgué y le dejé en claro que suficiente tenía con mi mamá, como para comenzar a lidiar con ella.
Nadie estaba en su mejor momento, así que fue una noche en vela. Al siguiente día teníamos planeado llevar a mi mamá al hospital psiquiátrico. Contábamos con la esperanza de pode dejarla internada de una buena vez. Todo estuvo bien, hasta que por un descuido se dio cuenta lo que estábamos haciendo.
—¡Ni sueñen que me van a internar otra vez! —gritó, tirando todo.
—No es así, son solo chequeos de rutina —dijo la enfermera que nos estaba ayudando.
