Capítulo 45

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—¡Déjame, déjame! ¡Quiero salir de aquí!¡No tienen ningún derecho de mantenerme en este lugar!

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¡Déjame, déjame! ¡Quiero salir de aquí!¡No tienen ningún derecho de mantenerme en este lugar!

Los gritos de Nadia traspasaban las paredes.

Los calmantes habían pasado y para la media noche que se despertó estaba completamente histérica. Al principio todo parecía normal, por esa misma razón ni siquiera Facundo volvió a sugerir que le dieran los calmantes. Fue al cabo de una hora después, que la ansiedad comenzó a atravesar desde lo más profundo de sus huesos, hasta su cabeza; era como si su ser deseara algo indispensable para su existencia.

Sofía y Tito se habían quedado encargados del billar esa noche y de todo negocio que Facundo tuviera pendiente, claro que había muchos más empleados, pero ninguno de confianza como ellos.

Ya fuese por la música a alto volumen, o la poca fuerza que tenía para gritar por lo lastimada que para ese momento estaba su garganta, sus gritos no se alcanzaban a escuchar más allá del segundo nivel.

—Nadia tranquila, tranquila —decía Facundo intentándola sujetar.

Parecía un animal maltratado buscando una puerta para poder salir de la jaula en donde lo han metido.

—¡No me toques imbécil! —gritaba.

—Mamá por favor, tranquila. Soy Jacob y Facundo, solo queremos ayudarte.

—¡¿Quién les dijo que necesito ayuda?! ¡Yo necesito otra cosa!

Daba toques con dos dedos de la mano derecha en el brazo izquierdo a la altura de sus venas en dónde tenía muchas marcas viejas, como recuerdo del tiempo en el que estuvo consumiendo.

—Señora por favor tranquilícese, tranquilícese y nos dice qué necesita —decía Raisa.

Intentaba hacer algo para poder contener la situación tan complicada que estaban viviendo.

—Tú si me entiendes —respondió tranquilizándose un poco—. Quiero algo de beber y algo... —sonrió y volvió a tocar su brazo—, estaré esperando.

—No, no puedo. No sé en dónde...

—Eres la perrita de mi hijo, claro que sabes en dónde —volvió a sonreír.

—Ella te lo va a conseguir —respondió Facundo.

Aprovechó la situación para que se tranquilizara y poderle dar los calmantes nuevamente si es que lo permitía.

—Lo sé, lo sé. Ella sabe perfectamente de lo que habló —agregó respirando tres veces seguidas como si estuviera consumiendo.

—Ya regreso —dijo Jacob saliendo de la habitación inmediatamente.

Facundo se quedó con ella.

—¿Estás bien? —preguntó Raisa.

Sentía pena de preguntar, pero era lo más que podía hacer.

Entre 2 billones de GalaxiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora