62. Vulnerables

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Ya no se alza de puntillas, no le hace falta.

Esta vez solo tiene que abrir la ranura, y estirar el brazo.

Repasa su carta con los dedos una última vez.

Repasa su nombre escrito con bolígrafos de colores, el de sus destinatarios.

Repasa que el sobre esté perfectamente pegado.

En precavida no sale a mí, os lo aseguro.

No le hace falta alzarse de puntillas, pero lo hace. Se asoma por la ranura del buzón amarillo de Correos y deja caer su ilusión en forma de carta. Nos mira con los dientecillos pellizcándole el labio, aplaude. Creo que no hay mejor manera de empezar un miércoles que viendo a mi hija así de entusiasmada.

Nos agarra las manos sin decir ni una palabra, y tira de nosotras rumbo al colegio. Alba me mira con los ojillos achinados. Sé lo que está pensando. La emoción de Elena es lo que hará que estos días sean menos duros. Yo también lo creo. Elena siempre tira de nosotras, pero hay veces en que la necesitamos más que de costumbre. Esta semana es una de esas veces. Por suerte o por destino, yo que sé, la navidad está cerca... Y eso hace que las dos notemos aún más esa fuerza de nuestra niña. Su magia nos da empujones de lo más agresivos.

—Entonces... A ver que yo me entere. Te has pedido un triciclo, un...

—¡Un triciclo no, que es de bebés! ¡Yo quiero una bici grande y sin rueditas chicas, que ya he aprendido bien! —se ríe picada, un mood que me encanta despertar. Y más a las 9 menos cinco de la mañana camino al colegio. Es mi día a día.

—Pero si ya tienes la bici de la prima, ¿para qué quieres otra? —me hago la tonta, como si no lleváramos días pensando concienzudamente esa carta... Pero es que me encanta escucharla.

—Porque casi que se da con las rodillas en la cara al pedalear, cariño—bromea mi mujer—. Necesita una más grande.

—¿La bici es lo que más más más tienes ganas de...? —le intento preguntar, pero me adelanta.

—¡Y la ambulancia de los playmobils!

—¿En serio? ¿Por qué?

—¡Porque mamá, tengo el hospital de playmobil y no tengo la ambulancia! ¡Imagínate que se rompen una pierna...! —se queda callada, dejándome pensar—. ¡¿Cómo van a ir al hospital si no hay ambulancia?! ¿A patita coja? ¡No, porque le duele! Pf, mamá, no te enteras de nada.

—Mira hija, si me lo argumentas así yo es que... Me dan ganas de ir a comprártela ahora mismo—me rindo a su genialidad mientras Alba se intenta aguantar las carcajadas como puede.

—¡¡No!! —tira de mi mano para que me acerque y susurra—. Me la van a traer los Reyes y así no te tienes que gastar el dinerito.

—Gracias, tronca. Tú sí que deberías ser la contable de la familia y no tu tía Marina.

—Bah, de nada.

—Anda, mira, Elena—nos acerca Alba a la valla del colegio, donde han colgado un cartel que anuncia... Joder, albayas, esperarse a que lo lea—. El día 8 de diciembre los Reyes Magos entregarán a los niños que donen comida para el banco de alimentos un regalo especial en el centro comercial Los Arcos. ¿Quieres que vayamos?

—Seguro que no son los verdaderos—frunce el ceño con mucha desconfianza—. ¡¿Cómo van a estar todo el día en el centro comercial dando regalos el 8 de diciembre?! ¡Si en diciembre es cuando se ponen a comprar todos los regalitos! Es que no van a ser los verdaderos. ¡Imposible!

—Claro, pa' esa fecha están hasta arriba de curro, eso es verdad, pero los Reyes son magos, ya tú sabes—musito. Estas cosas me ponen tensa. Alba, habla tú, coño.

Ohana - (1001 Cuentos de Albalia)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن