77. Lo que le dije aquella noche

7.3K 330 369
                                    


No soporto las despedidas.

El pellizco que te da por dentro un adiós.

Un hasta pronto.

Llevo toda la vida condenada a ellas por culpa de Castilla La Mancha.

Lo rápido que llegaría yo a mi casa de no estar en el puto medio.

Pero la experiencia no me ayuda. Sigo sintiendo la misma tristeza que la primera vez.

La misma rabia.

Más ahora, que la despedida es con mi núcleo. Mi centro. Mi hogar. Mi familia.

La mujer y la niña que dan sentido a mi vida.

Ninguna despedida duele más que esta.

—Mamá, llévame contigo, porfi.

—¿Y qué hacemos con el cole, mi amor? Si va a ser súper rápido. Llego allí, grabo la canción para la peli y me vuelvo corriendo.

—¿Pero cuántos días?

—No lo sé, depende... Puede que uno o dos.

—Jopeeeeeeeee, te voy a echar mucho de menos.

—Yo sí que te voy a echar de menos, bichito—le digo, achuchándola tan fuerte como ella a mí.

—No es justo, me tienes que ayudar con el piano para el concierto de navidad.

—Mami te echará un cable hasta que yo venga.

—¡Pero mami no es una pianista como tú!

—Solo son un par de días, amor mío... En cuanto vuelva nos ponemos a ensayar las dos, ¿sí?

Cómo me duele separarme de Elena. Nos hemos distanciado pocas veces desde que empezó su existencia dentro de mí... Así que estas despedidas son un drama para las dos. Me da igual que sea un día o dos. Es mi bebé y yo soy su mamá. No nos gusta estar lejos. Menos mal que Alba ya ha vuelto a casa, no quiero ni recordar las pataletas de los viernes de verano. Las suyas... Y las mías.

—No te olvides de traerme un regalito. Te quiero.

—Yo más. ¿Me cuidas a mami? —le pregunto al soltarla para buscar los brazos de mi mujer.

—¡Pero si mami se cuida sola!

—Qué feminista nos ha salido, coño.

—Algo habremos hecho bien—suspira entre risas al tiempo que me envuelven su amor, su piel y su perfume—. Aprovecha la oportunidad, cariño. Y disfrútala, que nos conocemos... No seas tan dura contigo misma.

—Solo es la banda sonora de una peli para niños. No debería ponerme tan intensa, ¿verdad?

—No suena muy convincente... Mi vida, la has trabajado a fondo. Seguro que con la producción queda chulísima. Les va a encantar, ya verás. Dame un beso—me aconseja y me remata con un dulce, lento y sabroso roce de labios. Mis manos se anclan en su cintura, no quieren soltarla.

—Cuídame a mi niña. En nada estoy aquí. Te amo—le digo, hundida en su cuello.

—Te re-amo. Venga, tonti, que ya han abierto la puerta de embarque.

—Jo. Adiós... Sois lo mejor que tengo—suspiro, dándole otro beso a mi peque. Y mientras las dos me sueltan las manos, me voy alejando de espaldas—. ¡¡Ya os echo de menos!! ¡Y ahora más! ¡Ahora mucho más! ¡¡¡Ahhh, ya me duele el peshito!!!

—¡Mamá, te quierooooooooo! ¡Dime adiós desde la ventanilla cuando pases por casa!

Es raro moverse por el avión sin tener que controlar tres maletas y una niña que no para de saltar. Me siento demasiado liviana. Como después de tomarme un yogurt de esos para cagar bien. Es extraño. Me recuerda al verano. Busco mi asiento. Los productores han sido majos, me han pillado ventanilla. Me acomodo y me pongo la maqueta que les he compuesto en los auriculares.

Ohana - (1001 Cuentos de Albalia)Where stories live. Discover now