59. The show must go on

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Nunca le tuve miedo a volar.

Ni siquiera la primera vez que lo hice.

Pero curiosamente, nunca he conseguido librarme de los nervios.

El gusanillo que empieza haciendo las maletas, y que se queda hasta el aterrizaje.

Es como un nervio, un nervio constante y latente que me hace cosquillas en el estómago.

Diría que hasta me gusta sentirlo. Tiene algo de emocionante.

Viajar, volar, los aviones. Los aeropuertos.

Tienen algo de magia.

Una pareja se reencuentra comiéndose a besos, otra llora la despedida. Un abuelo dice adiós a su nieta.

Y algo más mágico aún: Natalia llevando a Elena de una mano y a Queen de la otra.

Sí, albayas, Elena se lleva a su gatita de peluche a todas partes. Y la llevaría ella misma si no fuera porque es una niña mayor que tiene que arrastrar su propio macuto. Una maleta rígida de Frozen en la que lleva su ropa. Así que por eso le toca a Nat cargar con Queen por todo el aeropuerto. No se hace una idea de lo mona que es llevando ese peluche por la patita.

—Por aquí, amor—me dice, usando a la gata como indicador.

En la puerta de embarque SVQ - OVD, un azafato nos pide los DNI y los billetes. Nos desea buen vuelo, abriéndonos paso hacia el avión.

Cruzamos un túnel larguísimo y frío que suena a maletas rodantes. A viaje en familia. A fin de semana de concierto.

Por fin. Por fin vuelven a tocar después de un pequeño descanso otoñal. Lo hacen para dar el que será el penúltimo show de esta gira. Una gira que ha influido mucho en nuestra vida. No hace falta que os dé detalles. Creo que ya tenéis información de sobra para haceros una idea de por qué ha sido tan clave.

Y de lo que supondrá para Natalia echar el cierre.

Todavía no queremos pensar en eso. Preferimos disfrutar de esta recta final que nos ha pillado tan de sorpresa. Las dos teníamos la esperanza de que sacaran nuevas fechas, pero... Toca conformarse y vivir al máximo lo que nos queda.

—¡Se mueve, se mueve! —salta Elena sobre su asiento cuando el avión empieza a coger velocidad por la pista—. ¡Corre, avioncito, corre!

—¡Aaah, que salimos! Qué miedo, qué miedo, qué miedo—hiperventila Nat, buscando mi mano sobre las piernecitas de Elena, que está en medio de las dos. Nuestra hija la mira extrañada.

—Mamá, pero si a ti no te dan miedo los aviones como a la abuela Rafi.

—Ya, tronca, es un truquito para que mami me coja de la mano—le susurra en el oído, tan fuerte que me entero. Lo peor es que la conozco tanto que sabía que estaba bromeando con su supuesto pánico. Demasiados vuelos juntas, mi amor.

—¡Ahhhh! —se tapa la sonrisa de pillina mi niña, pegándose al brazo de Natalia mientras a mí me mira de reojo.

—No hace falta que mientas, cariño. Si quieres que te dé la mano me lo dices y yo te la doy—le digo, acariciando su piel en nuestra unión.

—¡Eso, mamá! ¡Mentir está muy mal! La profe Elena nos pone un punto rojo cuando decimos una mentira, así que te voy a poner un punto rojo con el rotulador. ¿Me sacas mi mochila, mami?

—Ahora no se puede. Estamos despegando. Hay que estar quietecita y con el cinturón puesto.

—¡Sí, porque mira! —señala el pilotito encendido de un cinturón abrochado—. Cuando se apague ese y se ponga naranja el de que no está abrochado entonces me puedes coger la mochila, ¿a que sí?

Ohana - (1001 Cuentos de Albalia)Where stories live. Discover now