47. Una canción para la espera

12.4K 570 787
                                    

Pack de dos chupetes de silicona, 3,39€.

Alimentador antiahogo de silicona kiokids, 4,50€.

Mordedor y masticador de frutas jane, 6,38€.

Set de chupete de silicona, cuelgachupete, guardachupete y sonajero, 19,99€.

Hacía mucho que no me paraba en la sección de bebés.

Está claro que las modas han cambiado.

Y puede que yo también.

Ahora ya no sé qué es caro o qué es barato. Antes me sabía de memoria los precios medios, las marcas recomendadas, las características más adecuadas.

Ahora ya no sé ni por dónde empezar. Vuelvo a ser nueva en el mercado.

—Nat, ¿te gusta este?

—Sí. Es bonito el osito—sonríe, señalando el dibujito del chupete.

—A mí me gusta más el de la ranita, mami.

—Sí, es verdad. El de la ranita es más divertido. Más de nuestro rollo—asiente mi mujer.

—Vale, pues este. Toma, mételo en la cesta, mi amor.

—¡Bieeeeeeeen, ha ganado la ranita! ¡Yujuuuuuuuu! ¡Croac, croac!

—La estamos consintiendo demasiado, Alba—bromea mi mujer, rodeándome por la cintura y dejando un tierno beso en mi mejilla.

—Solo ha elegido el dibujito de un chupete, mamá dramática.

—¿Qué me has llamao', señora que va a todos lados con doscientos jarabes, ocho packs de tiritas de patitos, dos mudas de ro...?

—Vale, vale. Tú ganas.

—¿Qué más quieres comprarle? —suspira al soltar mis caderas para agarrar la cesta.

—No sé. ¿Miramos algún pijamita?

—Sí, un pijamita siempre viene bien tener.

La miro de reojo y compruebo lo que sospechaba. Está tensa. Muy tensa. Yo también lo estoy, pero sé disimular mejor que ella. Me mira y sonríe. Sonríe como si no pasara nada. Estira su mano hasta acariciar mi cuello para engañarme. Para hacer como que todo está bien. Para hacerme creer que toda esta historia no le está removiendo nada.

Sí que lo está haciendo.

Nos está poniendo en un aprieto.

El destino nos ha sentado frente a unas cartas que aún no hemos jugado.

Que aún no hemos vuelto a destapar.

Las dos sabemos que están ahí, boca abajo. Siguen en el mismo sitio desde la última partida.

Son las cartas que pusieron fin a nuestra peor racha. Las que remataron una mano destinada al fracaso.

Pero ahora estamos muy bien. Estoy muy bien. Con ella, con mi pequeña. Enamorándonos de nuevo, de cero. Paso a paso, a fuego lento. No hay prisa, pero sí que hay miedo. El que me hace cuidar de lo que tengo. De lo que me importa. El que se activa cuando recuerdo cómo era mi vida sin ella.

No quiero jugar ninguna partida si Natalia no está conmigo.

El miedo a veces es bueno. Te hace jugar con precaución, con seguridad. El miedo actúa para mantenerte a salvo. Para mantenerte en la partida. Para no arruinarte con una apuesta por muy buena mano que tengas.

—¡El de la jirafa, el de la jirafa! —grita mi niña señalando un pijama que está tres estanterías por encima de su cabeza.

—No pega mucho regalar un chupete de rana y un pijama de jirafa, ¿no? —ríe mi mujer, agarrando la cajita para que Elena lo vea de cerca.

Ohana - (1001 Cuentos de Albalia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora