10. Los primeros días

18.5K 719 874
                                    

Los primeros días nunca se olvidan.

Las primeras veces.

Los comienzos.

Cuando estoy ante un septiembre cualquiera, y no me refiero al mes, la emoción me domina. El entusiasmo por empezar algo nuevo. Los nervios bonitos me cantan, la adrenalina azota mis latidos, la inquietud de no saber qué pasará después.

Yo hoy tengo un primer día, una primera vez, un comienzo, un septiembre.

¡SÍ, JODER!

Una primera cita con la mujer de mi vida.

Una primera cita que... llega doce años tarde.

Lo siento, clowns, supongo que os esperabais un flashback con más azúcar que los treinta y no sé cuantos capítulos que lleva Malasaña... pero me temo que tengo una malísima noticia para vosotras: Alba y yo nunca tuvimos una primera cita. No una que podamos comparar con la que vamos a tener hoy. Una cena en un restaurante con flores y bombones de por medio, o un paseo frente a un lago que brilla.

¿Os acordáis de cuando dijimos que nunca habíamos sido una pareja normal? Pues eso. Nosotras a nuestro rollo. Con nuestros ritmos y nuestras maneras. Sin calendarios ni fechas. Sin rosas ni cenas.

Vale, vale, sí. Por algún lado empezaríamos, pues claro, albayas... ¿qué vino antes, el huevo o la gallina? Po' ni puta idea, igual mi compi de Girazoles os lo resuelve, pero me parecía una forma creativa de deciros que todo nace de algo.

Y lo nuestro surgió sin citas, ni preguntas, ni declaraciones de amor de media página.

Lo nuestro nació de la libertad.

Así que podemos llegar a un acuerdo: como no tenemos ninguna primera cita remarcable, destacable, o como queramos llamarla... ¿Qué os parece si hacemos un recorrido por esos primeros días?

Un viaje de saltos por los momentos más significativos de ese verano, de esos encuentros en los que nuestro amor se fue cociendo a fuego lento.

Yo ya tengo el cinturón, que estoy subida en un avión... ¿a qué esperáis vosotras, pencas? Venga, que esta vez os dejo conducir, porque... Imagino que sabéis fecha y lugar, ¿no? Muy bien, de sobresaliente: Julio de 2007, Estepona.

—Llevo media hora esperándote—me dijo nada más verme. Estaba junto al ajedrez a gran escala del paseo marítimo, punto que habíamos concertado, y que durante el verano acabó convirtiéndose en el lugar oficial para todas nuestras quedadas. ¿Cómo podíamos vivir sin WhatsApp? Madre mía, yo tampoco lo sé.

—Perdona, preciosa—le dije yo, que ya traía la sonrisa de chulita bien puesta de casa. Bueno, de la caravana.

—¿No vas a ponerme una excusa? —preguntó enfadada. Todavía no sabía que Alba odiaba la impuntualidad.

—No—dije despreocupada, dándole un beso por mejilla. Ella se quedó estática para recibirlos. Estática y tensa, sin darme respuesta de ningún tipo—. Se me ha hecho tarde porque soy un desastre. No voy a mentirte, Alba Reche.

—Empezamos bien—suspiró—. ¿Y va a ser siempre así?

—Por supuesto que no. Te compensaré, baby, no te preocupes—le prometí, guiñándole el ojo. Qué hostia en la cara. Gracias maduración por haberme cambiado. Y a ti, Alba, por la parte que te toca.

—¿Qué vamos a hacer? —se cruzó de brazos frente a mí. Me pareció que tenía mucho más carácter que la noche anterior. Sí, cuando la besé, no me lo recordéis, gracias. Aunque bueno, que llevara treinta minutos apoyada en un peón gigante esperando a la loquita y desastre que era entonces pudo influir...

Ohana - (1001 Cuentos de Albalia)Onde histórias criam vida. Descubra agora