25. Siempre vuelve

17.3K 710 635
                                    

A golpe de burbujas y cristal se celebran muchas emociones.

A corcho volador y espuma refrescante se festejan las buenas noticias, los éxitos, y las nuevas etapas.

Esta noche no hay chupitos, ni cubatas. Esta noche brindamos con champán del caro.

Porque el concierto ha ido de puta madre, y yo he vuelto con mi mujer.

Mañana empieza nuestra nueva vida. Nuestra segunda oportunidad. Ahora en serio, sin intentos ni por si acasos. Nos hemos dicho sí, y vamos a por ello. Hasta su padre está de acuerdo... Aún no me lo creo. Estoy deseando que sea mañana para que me lo cuente todo con detalle. Alba solo me dejó unos mensajes antes de irse a dormir.

¿A que todo esto merece una bebida de calidad? Hombre, pues claro que sí, albayas. Tenemos razones de sobra para cambiar la típica hilera de chupitos a un euro de cualquier bar de barrio que nos metemos después de cada concierto por un buen champancito.

Es una especie de despedida de soledad. Un adiós a ese tiempo de espera, a esa pausa que nos ha matado y salvado a partes iguales.

Con mi familia de músicos consigo soltar toda esa energía que llevo acumulando desde esta mañana, cuando en La Alameda Alba me dijo que quería volver a casa. Cuando me preguntó si quería ser su novia. Yo contigo lo quiero todo, mi amor.

Al tercer brindis mi cabeza dice basta.

Ellos están muy arriba, a mí ya no me queda más tralla.

La he gastado toda en el tren, en esa carrera a la prueba de sonido, en el piano. Demasiadas emociones, demasiada intensidad concentrada. Hasta para mí, pencas...

Les agradezco la noche, el champán que han pagado entre todos para bañarme y celebrar lo que saben que necesitaba tanto. Y luego intento despedirme. Es muy temprano. Primero se quejan, me retienen. Si la prota de la fiesta de hoy se va, ¿qué sentido tiene? Les pido que sigan liándola por mí, que disfruten a tope porque esta semana van a tener que ensayar de ocho a ocho para que el sábado que viene lo den todo en mi casa, para mi familia. Sonríen y me dicen que no tenga ninguna duda. Yo asiento y me despido de nuevo. Esta vez nadie dice nada. Me alegro.

Además de estar con la gasolina baja, mañana me espera un día muy emocionante. Vamos a hablar con Elena. Voy a volver a casa en sábado, joder. Sábado. Fin de semana con mi mujer y mi niña después de tantísimo tiempo separadas.

Mañana es el primer día de nuestra nueva vida.

Y quiero estar como estaba hoy. Quiero estar arriba, a tope. Y para eso necesito descansar, repostar.

Mi corazón calentito se refugia en un hotel extraño. Impersonal. Vacío. Silencioso.

Sonrío.

Mañana mi corazón calentito estará en mi casa, con ellas. Tan personal, tan familiar. Tan llena. Tan ruidosa.

Sonrío más alto.

¿Mañana? ¿Y por qué no hoy?

Mi sonrisa revienta los decibelios permitidos.

Cierro los ojos y me voy del hotel extraño. Vosotras también, vamos. Abrimos los ojos y aparecemos en el salón de mi casa.

No es un sueño, aunque podría serlo. Es un flashback cualquiera de una noche cualquiera en mi hogar feliz. En mi pequeño pisito sevillano con olor a colonia de bebé y canciones infantiles cantadas por mi voz favorita.

Yo estaba sentada en la mesa donde comíamos enviando mis últimas composiciones desde nuestro ordenador portátil, y Alba y Elena tumbadas boca abajo en el sofá, no muy lejos de mi vista. Mi mujer sobre nuestro bebote de dos años, con la que jugaba y reía distrayéndome de mis asuntos. ¿Quién coño podía concentrarse teniendo una estampa tan adorable delante de sus narices? Venga ya, no me jodáis. Miradlas:

Ohana - (1001 Cuentos de Albalia)Where stories live. Discover now