63. Estrella

10K 459 491
                                    

Espero que no hayáis olvidado la última frase del anterior capítulo.

Yo no lo he hecho.

Le he dado calor toda la noche.

La he alimentado para hacerla más grande, más fuerte.

La he preparado para hoy.

Para la segunda de las tres fechas marcadas en rojo en nuestro calendario de noviembre.

Hoy se cumplen dos años del jueves más triste de nuestra vida, de un adiós prematuro, de una pérdida injusta que se marcó en mi alma como una cicatriz imborrable... Y que a Natalia aún le sangra.

No tengo ni idea de cómo se afrontan los aniversarios tristes. Puedo deciros mil y una formas de celebrar cumpleaños, desde lo más básico, a lo más creativo. Sin embargo, cuando llega un aniversario así, me siento terriblemente insegura. No sé si está bien pasarme el día trabajando, si puedo reírme, ¿está bien que lo haga? ¿Es mejor que llore? ¿Pero cuánto?

Tal vez ocurre porque nunca nos preparan para fechas así. Y mucho menos, si se trata de una hija que no llegó a nacer. Supongo que el tiempo me irá enseñando, la experiencia. El año pasado pinté el piso para no pensar en ello. No me arriesgué a reírme, por si acaso. Y solo lloré un rato, por la noche, cuando me quedé sin paredes que pintar.

Esta vez no me siento tan insegura. No porque haya encontrado respuesta a qué hacer ante el cumpleaños y el adiós de mi bebé de cinco meses de gestación. No. Sigo sin saberlo. Lo que he aprendido es que no se puede ignorar, no se puede olvidar. Esa niña forma parte de nuestra historia, y no va a desaparecer porque yo me ponga a pintar la pared, porque ningún familiar nos preguntara aquel día, porque ni siquiera nosotras habláramos del tema. Por intentar taparlo rápido y seguir adelante, entre otras cosas, Natalia está como está.

Por eso esta vez vamos a acordarnos de ella. Vamos a dejar que nos duela, si nos tiene que doler. Vamos a llorar, si nos lo pide la cicatriz. Vamos a dejarnos sentir.

—¡Hola! ¡Mami ya está aquí!

—Hola, cariño—me recibe mi mujer con un doble beso.

Y a hablarnos sin tabúes.

—¿Cómo lo estás llevando? —le susurro, acariciando sus mejillas.

—No importa que bajes el volumen, Elena no está.

—¿Y eso? ¿No la íbamos a dejar con mis padres esta tarde?

—Se ha ido a comer a casa de June. Las niñas se han puesto muy pesadas y... Bueno, la he dejado porque pensé que así estaríamos más tranquilas. Hoy—esboza una efímera sonrisa—. Anne estaba encantada, no te preocupes.

—Ya, pero... Así, sin avisar. La pobre no tendría comida preparada. Vaya liantas están hechas esas dos. Pero tú qué tal, cuéntame.

—Pues... Nada, de momento bien. Me he matado a abdominales y luego he estado hablando con mi ama. Estoy tranquilita, ¿tú?

—También, pero llevaba toda la mañana queriendo escaparme para estar contigo—la abrazo.

—Ni que fueras la Alba de 2007, por favor—se aprieta a mí. Cuanto más vulnerable, más bromas suelta. No falla—. Mh, oler... Hueles igual que ella después de una noche entera de dale que te pego en la caravana.

—Es lo que tiene trabajar desde las seis de la mañana... Me voy a la ducha, graciosa—le digo entre dientes.

—Pero no te enfades, Alba Reche, que te acabo de quitar 12 años de encima.

Ohana - (1001 Cuentos de Albalia)Where stories live. Discover now