12. Septiembre siempre llega

16.2K 712 793
                                    

Las noches son ahora más largas.

Por desgracia.

A mí me gustaría que esta no se acabara nunca.

¿Por qué tienes que llevarte las horas de luz, verano? ¿Por qué te acabas ahora que todo empieza a ir bien?

Estamos cenando en familia después de mucho tiempo.

Celebrando que Elena mañana empieza su primer año de primaria con dos pizzas que, evidentemente, no nos vamos a terminar. Teníamos demasiado hambre cuando las pedimos... Y todo el mundo sabe que no se puede hacer un pedido con el estómago vacío. ¿Qué os parece si os servís vosotras también...? Hay de sobra... Y son de la mejor pizzería de Sevilla...

—Maaaaaaaaaa—intenta llamarnos Elena con una cara de pánico absoluto. Entre su porción y su boca hay un pringoso hilo de queso que crece y crece sin medida—. ¡Maaaaa! ¡No "puero"! —vuelve a llamarnos con el mismo horror, liberando un gritito de desesperación. Natalia y yo la miramos entre risas, esperando a ver quién gana la batalla.

—¡Pero muerde! —le digo entre carcajadas, y sus paletas de leche no consiguen nada.

—¡Elena! ¡Elena! ¡Elena! —la anima Nat, que está a su lado. Golpea la mesa al compás de sus gritos, y eso hace reír a nuestra pequeña. La hace reír con tantas ganas que el hilo de queso, un trozo de pizza mordisqueado, y un chorro de babas salen disparados de su boca. Perdón por ser tan explícita—. ¡Pero niña! ¡Que me salpicas! —bromea Natalia, levantándose de la silla con una mueca de asco.

—¡Mamá, mala! —se queja a carcajadas, corriendo detrás de ella—. ¡Ha sido tu culpa! ¡Me has hecho risa!

—¡Babosa, no me toques! ¡Ahhhh, qué ascoooo! —arrastra los pies por nuestro pequeño salón huyendo de una Elena muy rápida.

—¡Eh! ¡Vosotras dos! —las regaño sin poder contener una sonrisa—. A la mesa, que estamos comiendo.

Natalia y Elena dejan de correr y me miran entre el susto, la sorpresa, la diversión...

Y la nostalgia.

Con el buen sabor de boca de esta cotidianidad que ha estado tan ausente durante nuestro distanciamiento.

Es tan bonito que me cuesta pensar que es el presente, y no uno de nuestros flashbacks.

—Sí, mami—contestan al unísono, volviendo a sentarse frente a mí. No sé quién de las dos está más acojonada. Vale, Natalia, definitivamente. Bien visto, mamarrachas.

Recoge con una servilleta la mezcla desagradable que cuelga entre el plato y el mantel mientras me mira de reojo. Me sonríe cómplice, y luego a Elena, que le da las gracias antes de volver al ataque.

Y entonces me doy cuenta de que no quiero nada más. Quiero esto, siempre.

Quiero que todo vuelva a ser así, como lo era antes. Pero no quiero regresar atrás. No es eso. No quiero un viaje en el tiempo. Quiero seguir adelante. Recuperar esta rutina, pero desde el presente, descubriendo nuevas cosas cada día. Quiero avanzar sin repetir nada. Y sin cambiar lo que pasó. Que superemos esto para volver a ser lo que éramos. ¿Me entendéis?

Quiero enamorarme de Natalia otra vez. No porque lo necesite. Yo nunca he dejado de estarlo. Lo que pasa es que lo de empezar de cero entre nosotras me tiene muy emocionada. Tanto, que a veces nos sonreímos y de verdad me creo que solo estamos conociéndonos. Que somos un par de desconocidas que acaban de descubrir que tienen una química especial.

Solo que esta vez sé con seguridad lo que va a pasar: me voy a enamorar de ella.

Otra vez.

Y quiero hacerlo.

Ohana - (1001 Cuentos de Albalia)Where stories live. Discover now