28. Mi Navidad eres tú

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Ocho horas de trabajo que acaban a las nueve.

Cansancio y estrés se vienen conmigo a casa.

La alegría por los pacientes recuperados, la preocupación por los recién llegados.

La satisfacción, la frustración.

Eso no ha cambiado.

Eso es parte de mí. De mi trabajo como enfermera, y de mi implicación con las personas.

Pero hay otras cosas que sí han cambiado desde que vivo en casa.

Ya no alargo mi jornada adrede. Ni me quedo tomando el café con los compañeros. Voy directa al coche, porque ya no voy en bus.

No voy a casa de Julia, voy a mi hogar.

No me espera un televisor haciendo ruido para mí, aguardan mi llegada las dos personas más importantes de mi vida. Mi familia.

Saludo a mis vecinos al entrar en nuestro bloque: una viuda que me cuenta sus penas, y un adolescente que ni siquiera me devuelve las buenas noches.

De mi buzón sobresale una carta.

Qué raro...

¡¡¿Pero qué maravilla es esta?!! ¡Mil gracias por la postal, @Violetrashile! Qué mona salimos al pie del árbol

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¡¡¿Pero qué maravilla es esta?!! ¡Mil gracias por la postal, @Violetrashile! Qué mona salimos al pie del árbol. Jo, no sé qué decir... La colgaremos en el nuestro cuando llegue la navidad. Ah, ¿en vuestra realidad paralela ya lo es? Claro, lo suponía... No vais a ser vosotras más rápidas que El Corte Inglés. 

Pues en ese caso, feliz navidad y próspero año nuevo, albayitas... Espero que estéis pasando unas felices fiestas. Estos días deben ser para disfrutarlos, para quererse, para contagiarse de la ilusión de los niños y la magia de las luces. Pero es verdad que también son unas fechas delicadas si no estáis pasando por un buen momento. Yo os entiendo. Me ha pasado. Y no solo una vez.

Estar triste cuando todo el mundo celebra, bebe y canta, es de las sensaciones más raras que he experimentado en mi vida. Es como si pertenecieras a otro lugar. No sé. ¿Cómo si fueras el Cringe? Grinch, eso.

Os entiendo. Os entiendo perfectamente. Por eso también quiero enviar un especial feliz navidad y todo mi amor a los que no lo estáis pasando tan bien. A los que apagáis la tele cada vez que sale la gente celebrando que le ha tocado la lotería, un coro cantando villancicos, o una película de amor navideño.

Mi primera navidad triste fue en 2007.

La primera vez que me sentí un extraterrestre entre la multitud.

O en una familia que solo conocía de oídas.

—Lo pasaremos genial—me prometió Natalia, que conducía su caravana con un gorrito de lana en la cabeza y una nariz rojísima. Qué contenta estaba. Qué ilusión le hacía llevarme a su ciudad. Presentarme a su familia. Pero yo... —. Eh... ¿Me quitas esa cara larga? ¡ES NAVIDAD, ALBA RECHE! ¿TE LO PUEDES CREER?

Ohana - (1001 Cuentos de Albalia)Where stories live. Discover now