30. Un amor para toda la vida

21K 707 926
                                    

La música que late en mí debe estar alcanzando el presto.

Un tempo muy rápido.

Un tempo difícil de seguir.

Calculo que andará por las 180 pulsaciones por minuto.

La música que vive en mí baila a un ritmo frenético.

Se despertó en allegro, y sospecho que para esta noche habrá alcanzado el allegro prestissimo con fuoco.

¿Sois conscientes de lo que eso significa?

Pues estudiad, coño. El allegro prestissimo con fuoco es el tempo más alto. Supera las 240 pulsaciones por minuto...

Una bestialidad, lo sé.

Pero si son las tres y media y ya estoy en presto...

—¡Ya van seis, cariño! —grita Alba desde el baño.

—¡Venga ya! —río, abrochándome la camisa por el pasillo. Me asomo al servicio y veo a mi mujer echándose rímel en las pestañas con una conversación de WhatsApp abierta vibrando en el lavabo. Si es más guapa, revienta el espejo. Enrosca el maquillaje y me pasa su teléfono.

Es el grupo de padres de la clase de Elena. Sí, Alba y yo estamos metidas en esa mafia.

Y no sabéis lo coñazo que es a veces. Mi hijo se ha dejado la chaqueta, ¿alguien la tiene? No. No. No. No, lo siento. No. No. Pregúntale a la seño. No. No. ¿¡¿¡PARA QUÉ PUTA MIERDA DECÍS LOS 56 PADRES QUE ESTAMOS EN EL GRUPO QUE NO LA TENÉIS!?!?

Perdón, me he puesto un poco histérica. Es que ese grupo me saca bastante de quicio. La mayoría de padres tienen menos sentido común que una piedra.

En el grupo de Whatsapp de la clase de mi hija se habla de todo, menos de lo que se tiene que hablar. Se comenta Gran Hermano, se mandan enlaces de Wallapop, y se trafican recetas de cocina y descuentos de centros de comerciales. Y a veces, solo a veces... Se pasan fotografías de las excursiones de nuestros hijos, se comentan los deberes, los exámenes, las circulares que nos manda el colegio, y se recuerdan las reuniones con la tutora.

Pero esta mañana, por primera vez, he visto un mensaje interesante en esa pesadilla de grupo.

—¡Mamá! ¿Te gusta esta? —pregunta Elena, que sale de su cuarto a medio vestir. Lleva una camiseta de manga corta con una clave de sol de lentejuelas negras en el centro.

—Me encanta, bichito... ¡Estás impresionante! Pero... Ponte una falda o algo, no vayas a salir en braguichis, ¿eh?

—¡Que no! —ríe con timidez.

—Ven aquí, manager—sonrío, dándole una voltereta para colgármela del hombro—. ¿Sabes que van a venir seis niños de tu clase al concierto? ¿Eh?

—Es que todos los días en el recreo yo, June y Pablito hablamos del concierto y cantamos canciones y los otros niños se las aprenden y quierán venir—explica nerviosa.

—Nos ha salido influencer—bromea Alba.

Pues sí... porque esta mañana me ha saltado una mención de ese grupo (casi me desmayo ante tal suceso) de una madre que ni siquiera tenía agregada (ni tan raro) preguntándome dónde podía comprar las entradas para el concierto que damos esta noche.

A mí me ha extrañado, porque no les había dicho nada. Y mira que he mandado mensajes esta semana avisando de que tocaba con Gabi el sábado... Pero no me había dado por promocionarme por ahí. Tonta soy, porque hay un chorro de entradas potenciales ahí, mamarrachas.

Ohana - (1001 Cuentos de Albalia)Место, где живут истории. Откройте их для себя