39. Mi metrónomo

15.8K 595 671
                                    

Aguardo mi despegue entre acordes y luces.

Nunca fui paciente. Imaginaos en un escenario.

Entre blancas y negras solo sé dejarme llevar. Volar. Sentir. Felicidar.

Soy impulso y hambre. Soy un huracán incontrolable.

Hoy tengo más prisa de la cuenta. Más nervios, más ansia, más presión. Hoy no lo estoy disfrutando como debería.

En tres canciones me levantaré del piano a estrenarme como... ¿Cómo qué? ¿Pianista multiusos?

Lo haré con mi Gabi, el chico que trajo la suerte a mi casa después de tanto desastre. Mi talismán. Cantaré con él para quinientos valencianos, y para mi familia.

Tengo a mi mimado a mi espalda, entre bambalinas. Tengo a mi padre en la música que me sale de los dedos. Tengo a la madre que me parió, y a la hija que he parío', también a mi gran amor y a mi yo mejorado, en frente a la derecha, disfrutándonos en un balcón.

Tengo tantas emociones, tanta responsabilidad. Tengo tanta ilusión, tanto compromiso.

No quiero defraudar a nadie. Mucho menos a mis incondicionales. No quiero fallar, no quiero que me quiten esto en mi primera noche.

Tengo que estar concentrada.

Lo tengo todo: me sé las canciones. Las hice yo. Las he cantado miles de veces. Las he ensayado toda la semana. Llevo todos mis anillos. Un nuevo peinado. Mi chaqueta de cuero favorita. Lo tengo todo.

Gabi no para de sonreírme cada vez que echa la vista hacia mi piano. También está ansioso. Y guapísimo. Se ha puesto una falda negra que le llega hasta la rodilla. Me encanta esa. Siempre que se la pone, la gente se flipa, y comenta, y comparte... Me parece flipante que la peña se sorprenda por ver a un tío con falda. Supongo que es porque no están acostumbrados. Porque llevar este tipo de prendas sigue siendo de atrevidos. Menuda gilipollez.

Qué manía con etiquetarlo todo. Odio los putos roles de género. Gabi también. Los dos lo hemos sufrido durante toda nuestra vida. Sobre todo, al principio, cuando la sociedad aún no te ha metido en la cabeza que por ser chico no te puedes pintar los labios. Entonces lo haces, y la gente se ríe de ti. O te llama maricón. Porque esa es otra. No tienen bastante con elaborar una clasificación estúpida, sino que encima la mezclan con la orientación o la identidad sexual.

¿Y qué resultados da ese cacao conceptual? Niños confundidos. Niños que sienten que no encajan. Que nacieron mal porque siendo chica le gusta jugar a los coches, o porque siendo chico le gusta pintarse las uñas.

Cuando preparábamos el disco, Gabi me expuso sus ganas de hacer una canción que hablara de esto. Yo no pude emocionarme más. Tuvimos una charla muy profunda sobre el tema. Gabi y yo nos parecemos en muchas cosas. Creo que todavía no hemos terminado de descubrirlas todas.

Los dos hemos sido señalados muchas veces en nuestra vida por romper con los roles. Desde que éramos unos críos que se divertían sin ser conscientes, hasta ahora que ya sabemos que todo ese cuento no es más que una construcción social. Algo que se debe romper, y que, además, no tiene nada que ver con nuestra orientación sexual.

Ahora, por suerte, hay mucha más información. Hay más conciencia. No la suficiente, pero hemos mejorado. Gabi me contó que se apuntó a jugar al fútbol en vez de ir a baile porque le daba vergüenza que los otros niños se metieran con él. Yo me cambié de fútbol a natación porque estaba hasta el chichi de que me llamaran marimacho con nueve años. Nueve putos años. Pero gracias, gilipollas de mierda, encontré un deporte que disfrutaba muchísimo más. Siempre me había gustado ir a la piscina. Librarte de tu peso da mucha libertad. Es como que el agua absorbe todos los pro... Me disperso, albayas. Lo que venía diciendo es que este tipo de cosas están cambiando. Al lado del hospital donde trabaja Alba, hay un equipo de fútbol femenino que me arranca una sonrisa cada vez que las veo. Cada vez que aprecio las diferencias entre esta generación y la mía.

Ohana - (1001 Cuentos de Albalia)Where stories live. Discover now