Capítulo 35

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De vuelta en la comisaría, la detective Garzón dibujó una línea roja vertical en la pizarra blanca para hacer un seguimiento por separado, pero paralelo del robo.

Luego hizo un boceto de la línea cronológica de los acontecimientos empezando por la partida de Kimberly Starr y su hijo, la hora del apagón, la llamada telefónica del portero de relevo, la llegada de la furgoneta y sus ocupantes y su partida justo antes de que volviera la luz.

Entonces trazó otra línea roja vertical para delimitar un nuevo espacio para el asesinato de la Desconocida.

—Estás empezando a salirte de la pizarra —dijo Calle.

—Cierto. Los delitos están aumentando más rápido que los esclarecimientos. —Y añadió—: Por ahora. —Poché pegó la foto de la cámara de vigilancia del vestíbulo en la que salía la Desconocida. Al lado de ella, pegó la foto del cadáver que Mariana había hecho en el depósito municipal de vehículos hacía una hora—Pero esto nos va a llevar a algún lado.

—Es demasiado raro que estuviera en el vestíbulo la misma mañana del asesinato de Starr —dijo Sebas.

Calle giró una silla y se sentó.

—Una coincidencia bastante grande —admitió.

—Extraño, sí. Coincidencia, no —la corrigió la detective Garzón—. ¿Sigues tomando notas para tu artículo sobre los homicidios? Apunta esto. Las coincidencias arruinan los casos. ¿Sabes por qué? Porque no existen. Si encuentras la razón por la cual no es una coincidencia, ya puedes ir sacando las esposas porque tendrás que enganchar con ellas a alguien antes de lo que te imaginas.

—¿Algún nombre para la Desconocida? —preguntó Sebas.

—No. Todos sus efectos personales han desaparecido: los papeles del coche, las placas de la matrícula. Una brigada de la 32 está buceando en los contenedores para encontrar su cartera en un radio entre la 142 Oeste y Lenox, de donde remolcaron su coche. Cuando nos vayamos, pregunta cómo les va con lo del número de chasis.

—De acuerdo —dijo Sebas—. ¿Por qué se está retrasando el análisis de los tejidos?

—Por el apagón. Pero le he pedido al capitán que deslice un M-80 bajo la silla de laboratorio de alguien del Departamento Forense. —Poché pegó en la pizarra una foto del anillo hexagonal que Mariana había encontrado. La puso al lado de las fotos de los moratones con la misma forma del cadáver de Matthew Starr y se preguntó si sería de Pochenko—. Necesito esos resultados para ayer.

Ruiz se unió al corro.

—He llamado al móvil de Kimberly Starr. Está en Connecticut. Dijo que hacía demasiado calor en la ciudad, así que ella y su hijo habían pasado la noche en una casa de veraneo en Westport. En un lugar llamado Compo Beach.

—Comprueba la coartada, ¿vale? —ordenó Garzón—. Es más, vamos a hacer una lista de todos a los que hemos entrevistado por lo del homicidio y comprobar todas sus coartadas. Y aseguraos de incluir al portero de relevo que perdió su turno la pasada noche. —Poché tachó esa tarea en su bloc y se dirigió de nuevo a Ruiz—. ¿Cómo reaccionó ella con lo del robo?

—Se quedó alucinada. Todavía estoy esperando su respuesta. Pero, tal y como me ordenaste, no le dije lo que se habían llevado, sólo que alguien había entrado durante el apagón.

—Dijo que la señora Starr iba a pedir un coche para que la llevara al Guilford y que llamaría cuando estuviera cerca para encontrarnos allí.

—Bien hecho, Ruiz —dijo Garzón—. Quiero que uno de nosotros esté con ella cuando lo vea.

Ola De Calor (Caché)Where stories live. Discover now