Capitulo 52

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Garzón, Ruíz, Villalobos y Calle cruzaron el vestíbulo del Guilford hacia los ascensores. Cuando las puertas se abrieron, Poché puso la palma de la mano sobre el hombro de Calle.

—No tan rápido, ¿adónde crees que vas?

—Con vosotros.

Ella negó con la cabeza.

—De eso nada. Tú esperas aquí abajo.

Las puertas automáticas intentaron cerrarse. Sebas metió un hombro en medio para mantenerlas abiertas.

—Vamos, hice lo que me dijiste. Pensé como un detective y me merezco estar ahí cuando la detengáis. Me lo he ganado. —Cuando los tres detectives estallaron en carcajadas, Calle retrocedió un pelín—. ¿Y si me quedo en el vestíbulo?

—Me dijiste que esperarías en el vestíbulo cuando detuve a Buckley.

—De acuerdo, fui impaciente una vez.

—Y en nuestra redada en Long Island City, ¿qué hiciste después de que yo te hubiera dicho que esperaras?

Calle golpeó con la punta del zapato el borde de la alfombra.

—Mira, esto empieza a sonar más a intervención que a detención.

—Te prometo que no te haremos esperar mucho. Después de todo —dijo ella con fingida solemnidad—, te lo has ganado.

Se metió en el ascensor con los Roach.

—Precisamente por eso puede que dedique todo mi artículo a otra persona.

—Me rompes el corazón —afirmó ella mientras las puertas se cerraban en sus narices.

Cuando la detective Garzón entró por la puerta principal del apartamento, se encontró a Noah Paxton solo en la sala.

—¿Dónde está Kimberly?

—No está aquí.

Ruiz y Villalobos entraron detrás de Poché.

—Registrad todas las habitaciones —ordenó ella. Sebas desapareció con Mario por el pasillo.

—Kimberly no ha vuelto —dijo Paxton—. Ya lo he comprobado.

—Nos gusta hacer las cosas por nosotros mismos. Somos así de graciosos — ironizó Garzón.

Echó un vistazo a la habitación llena de obras de arte, colgadas como siempre lo habían estado, desde el suelo hasta el techo. Poché se maravilló ante la imagen.

—Los cuadros. Vuelven a estar aquí.

Noah parecía compartir su asombro.

—Yo tampoco lo entiendo. Estoy intentando imaginarme de dónde diablos han salido.

—Tranquilo, ya no tiene que fingir más, Noah. —Vio cómo las arrugas fruncían su frente—. Nunca salieron del Guilford, ¿verdad? Escuchamos la llamada que le hizo no hace ni veinte minutos.

—Entiendo —admitió, y se quedó pensando unos segundos, sin duda recapitulando su parte de conversación, preguntándose si él podría ser un accesorio detrás del hecho—. Le dije que estaba loca —dijo.

—Eso es ser un buen ciudadano.

Él extendió las palmas de las manos hacia ella.

—Le pido disculpas, detective. Sabía que debía llamarla. Supongo que aún sigo teniendo mi instinto de protección por la familia. He venido a hacerla entrar en razón. Aunque ya sea demasiado tarde. —Poché se encogió de hombros—. ¿Cuándo descubrió que había sido ella la que los había robado? ¿Durante la llamada?

Ola De Calor (Caché)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora