Capítulo 43

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Poco después de que los Roach ficharan su salida al final del día, Poché oyó a Calle deambular por detrás de su silla para ver la presentación de diapositivas de su ordenador con las fotos de la cámara de Barbara Deerfield. Las fotografías no eran de las mejores. Instantáneas simples y directas de cada cuadro tomadas de dos en dos, una con luz natural y el siguiente igual, pero con flash.

—Está claro que eran sólo para uso interno. Nadie las pondría en un folleto ni en la página web —aventuró ella.

—Así que éstas eran como sus notas de la entrevista con Matthew Starr.

—Sí. Y Mariana, mi... ¿Cómo la has llamado? Mi amiga necrófaga, llamó y confirmó la hora de su muerte alrededor del mediodía de ese mismo día. —Poché continuó pasando las fotos.

Calle debía de haberle leído el pensamiento, porque, en lugar de regodearse en su victoria, se quedó un rato mirándola en silencio. Pero sólo un rato.

—¿Estás libre esta noche? —preguntó.

Ella continuó haciendo clic con el ratón, manteniendo una cadencia, disfrutando de la exposición privada, buscando pistas, o ambas cosas.

—Esta noche voy a trabajar.

—Esto es trabajo. ¿Te gustaría conocer al mayor ladrón de arte de Nueva York? Bueno, ladrón de arte retirado.

Poché sintió un pequeño zumbido de emoción y se dio la vuelta para ponerse frente a Daniela.

—¿A Casper?

—¿Lo conoces?

—He oído hablar de él. Leí el reportaje que hiciste de él para Vanity Fair hace unos años. —Se arrepintió nada más decirlo. Pero ahora ya estaba.

—¿Leíste mi artículo?

—Calle, yo también leo. Leo un montón de cosas. No te subas a la parra — contestó, intentando restarle importancia, pero ya había enseñado sus cartas.

—De todos modos —dijo—, estaba pensando que, si alguien está tratando de mover arte en esta ciudad, Casper lo sabrá.

—¿Y puedes conseguirme una cita con él?

Calle le devolvió una mueca de desdén en toda la cara.

—Claro —dijo ella—, ¿en qué estaría pensando? Si tú eres la señora Listín de Nombres de Pila.

Daniela sacó el teléfono y buscó en sus contactos. Sin levantar la vista hacia Poché, dijo:

—Escribí ese artículo de Vanity Fair hace cinco años. ¿Aún te acuerdas de él?

—Estaba bien, era informativo.

—¿Y te acordabas de que lo había escrito yo?

—... sí.

Daniela alzó la vista hacia ella.

—«Informativo».

*************

En el gueto de antiguas galerías al sur de Union Square, a tiro de piedra de la librería Strand, Calle y Poché se acercaron a una puerta de un solo cristal situada entre una casa de muebles Shaker y una curiosa tienda de mapas. Un cartel en la puerta, a la altura de los ojos, estilo pan de oro de los años cuarenta, rezaba: «C.B. Phillips-Adquisiciones de arte». Poché extendió la mano para pulsar el timbre encastrado en el marco metálico.

—Yo no haría eso —le advirtió Calle.

—¿Por qué no?

—No insultes a este hombre —dijo, levantando el dedo índice como diciendo« espera un segundo» . En realidad, pasaron dos segundos antes de que el timbre sonara—. Es Casper. Sabe que estamos aquí, siempre lo sabe todo. —Y empujó la puerta abierta.

Ola De Calor (Caché)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora