Capítulo 55

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La multitud que salía del trabajo se estaba amontonando en La Chaleur, la cafetería que estaba en la acera delante del Guilford, para observar la actividad policial. El sol se acababa de poner y, en la oscuridad que todo lo silenciaba, las luces intermitentes de los coches patrulla y de las ambulancias se reflejaban en sus Cosmopolitan y en las copas de dieciocho dólares de Sancerre.

Entre la cafetería y la escalera principal del edificio de apartamentos, las luces iluminaban la espalda de dos policías de paisano que estaban hablando con la detective Garzón.

Uno de ellos sacó su bloc de notas. Ambos le estrecharon la mano. Poché se apoyó contra la cálida fachada de piedra del Guilford y vio al equipo de balística dirigiéndose hacia su Crown Victoria negro.

Calle se acercó y se unió a ella.

—«¿Adelante, de todos modos necesito una blusa nueva?».

—Creo que estuvo muy bien para el poco tiempo que tuve —dijo, intentando averiguar qué pensaba Daniela—. ¿Qué? ¿Demasiado cursi?

—Captó la atención de Noah. —Siguió la mirada de ella hasta la pareja que investigaba el incidente mientras se iban en coche hacia el centro de la ciudad—. Nadie te dijo que sacaras la placa y la pistola, espero.

—No, esperan que esto se resuelva bien. En realidad, les sorprendió que no lo hubiera matado.

—¿No tenías ganas de hacerlo?

Ella se lo pensó un momento.

—Está vivo —dijo. La detective dejó que ese simple hecho facilitara todos los detalles—. Si necesito patadas de venganza, pido una de Charles Bronson por Netflix. O de Jodie Foster. —Ella se volvió hacia Calle—. Además, yo te estaba apuntando a ti. Era a ti a quien quería matar.

—Y todavía voy y te hago una señal para eximirte de responsabilidades.

—He perdido mi oportunidad, Calle. Me arrepentiré toda la vida.

Los Roach salieron del edificio y se acercaron.

—La ambulancia se lo va a llevar ahora mismo —dijo Sebas.

Poché esperó hasta que bajaron la camilla de Paxton por las escaleras y se la llevaron rodando hasta el bordillo de la acera antes de irse seguida de Ruiz, Sebas y Calle. Bajo la estridente luz de emergencia que descendía desde la parte de arriba de la puerta de la ambulancia, la cara de Noah tenía un color grisáceo.

Ella consultó al enfermero que iba a su lado.

—¿Está bien para una pequeña charla?

—Pueden hablar uno o dos minutos, nada más —dijo el sanitario.

Garzón se quedó allí de pie, amenazante.

—Sólo quería que supiera que hemos sacado algo en limpio de ese pequeño drama con rehén incluido de allá arriba. Su pistola. Es del veinticinco. El mismo calibre que mató a Pochenko. Los de balística van a investigar. Y le van a aplicar un test de parafina para buscar residuos de pólvora. ¿Qué cree que encontraremos?

—No tengo nada que decir.

—¿Cómo? ¿Nada de adelantos? Está bien, puedo esperar a los resultados.

¿Quiere que lo llame para contárselos o prefiere esperar a oírlos en su comparecencia? —Paxton torció la cara—. Dígame, cuando vino corriendo hasta aquí para echarles el guante a esos cuadros, ¿iba a usarla también contra Kimberly Starr? ¿Por eso llevaba la pistola con usted? —Ante la ausencia de respuesta, ella se dirigió a su equipo—: Kimberly me debe una.

—Hoy es un gran día —dijo Ruíz.

—Probablemente le hayas salvado la vida al arrestarla —añadió Sebas.

Noah giró la cara hacia ella.

—¿Ya la ha arrestado?

Garzón asintió.

—Esta tarde, justo después de haber encontrado los cuadros en el sótano.

—Pero ¿y su llamada? La que ustedes escucharon...

—Ya estaba bajo custodia. Kimberly hizo esa llamada para mí.

—¿Por qué?

—¿Por qué iba a ser? Para que usted acudiera a mi exposición —respondió Poché.

Hizo una señal al personal de la ambulancia y se fue, de manera que la última imagen que la detective vio fue la mirada de Noah Paxton.





Próximo capitulo es el final.....................

Ola De Calor (Caché)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora