Capitulo 53

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Poché se alejó de la pintura y se volvió hacia él.

—No lo sé, Noah. ¿Por qué no me lo dice usted?

Se tomó su tiempo antes de responder, mientras la miraba evaluando si se trataba de una pregunta retórica o de algo que olía peor. Era imposible que le gustara la mirada que ella le dirigía, pero se inclinó por la retórica.

Serían meras suposiciones.
Si la sesión de aquella mañana en el forense había sido teatro, para Poché esto era jujitsu brasileño y ella estaba boxeando. Un mano a mano.

—¿Conoce a un tal Gerald Buckley?

La boca de Paxton adquirió forma de «U» al revés.

—No me suena.

—Qué curioso, Noah. Porque Gerald Buckley sí lo conoce a usted. Es el portero del turno de noche del edificio —informó ella al tiempo que veía cómo intentaba poner su cara más seria. Poché lo encontró casi convincente; no estaba mal. Pero ella era mejor—. Le refrescaré la memoria. Buckley es el hombre que usted contrató para que llevara a cabo el segundo robo durante el apagón.

—Eso es mentira. Ni siquiera lo conozco.

—Bueno, eso es realmente extraño —dijo Sebas desde el arco que daba al pasillo. Paxton estaba nervioso. No había visto volver a los otros dos detectives, y se estremeció cuando Sebas habló—. Mi compañero y yo hemos dado un paseo hasta Tarry town esta tarde. Hasta un bar que hay allí.

—Un lugar llamado… ¿Sleepy Swallow? —intervino Ruíz.

—Como sea —dijo Sebas—. Suponemos que usted es cliente habitual, ¿no? Todo el mundo lo conoce. Y tanto el barman como una camarera identificaron al señor Buckley como alguien que había estado con usted durante mucho tiempo hacía unas cuantas noches.

—Durante el apagón —añadió Ruiz—. Alrededor de la hora a la que Buckley debería haber estado haciendo su turno de trabajo, que había cancelado.

—Buckley no es su hombre más fuerte —dijo Garzón. La mirada de Noah estaba cada vez más perdida y volvía la cabeza de detective a detective a medida que hablaban, como si estuviera siguiendo la pelota en un partido de tenis.

—El tío se derrumbó como un castillo de naipes —añadió Sebas.

—Buckley también dice que lo llamó y que le dijo que fuera inmediatamente al Guilford para dejar entrar a Pochenko por la puerta de la azotea. Eso fue justo antes del asesinato de Matthew Starr —dijo Poché.

—¿Pochenko? ¿Quién es Pochenko?

—Tranquilo. No se lo estoy poniendo difícil, ¿verdad? —dijo Garzón—. Pochenko es una persona que usted aseguró no haber visto nunca en mi rueda de reconocimiento de fotos. Y eso que se las enseñé dos veces. Una aquí, y otra en su oficina.

—Está echando la caña a ver si pesca. Todo eso no son más que
especulaciones. Se está basando en las habladurías de un mentiroso. De un alcohólico que está desesperado por conseguir dinero —dijo Paxton. Estaba de pie y un rayo de sol que entraba por las altas ventanas incidía sobre él directamente haciendo brillar su frente con la luz—. Sí, admito que me reuní con ese tal Buckley en el Swallow. Pero sólo porque me estaba estafando. Lo utilicé un par de veces para conseguir prostitutas para Matthew y estaba intentando extorsionarme para sacarme dinero. —Paxton levantó la barbilla y metió las manos en los bolsillos, lo cual significaba en el idioma del lenguaje corporal «ésa es mi versión y de ahí no me muevo» , pensó Poché.

—Hablemos de dinero, Noah. ¿Recuerda aquella pequeña transgresión suya que mis forenses descubrieron? ¿Aquella vez que amañó los libros para ocultar unos cuantos cientos de miles de dólares a Matthew?

Ola De Calor (Caché)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora