Epílogo

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Londres, doce de septiembre, 2020.

Harry estaba impaciente. Miraba por la ventana del avión, sus pies tamborileando el suelo con ansiedad, mientras sus ojos verdes buscaban con vehemencia alguna pizca de tierra después de estar horas mirando al mar.

También estaba furioso. Estos últimos meses no han sido para nada fáciles luego de que se haya llevado la sorpresa de que Lena quería un tiempo de su relación. Había tratado de llamarla un par de veces a la semana, con el propósito de sólo escuchar su voz por unos minutos, pero jamás recibió respuesta. Siempre quería saber cómo estaba, cómo se sentía, si lo extrañaba tanto como él a ella, pero luego de esa videollamada que rompió su corazón, era como si todo lo que vivieron haya quedado en el olvido. No se avergonzaba en admitir que lo único que podía mantenerlo cerca de ella, era todas las fotos que tenía guardadas en la galería de su teléfono; fotos que ella no sabía que él le había sacado o que a veces posaba con alguna sonrisa.

Su hermosa sonrisa.

—Harry —Jeff le llamó, desviando la vista de su teléfono para mirarlo a los ojos.

El rizado hizo un ruido con su garganta, dándole a entender que lo había escuchado, pero no le devolvió la mirada. Sabía las próximas palabras de su manager y la verdad era que ya estaba cansado de siempre discutir lo mismo una y otra vez.

—Necesitan una declaración —suspiró y miró su teléfono—. Están saliendo cosas...

—¿Quiénes la necesitan? ¿La prensa? —bufó molesto y se cruzó de brazos—. Mi vida privada no es incumbencia de nadie.

—Lo sé, y lo entiendo. Pero los medios quieren saber si...

—Lo único que quieren los medios es aprovechar de mi situación para ganar dinero —el ojiverde rodeó los ojos—. Ya te he dicho incontables veces que Lena y yo no hemos terminado. Si ellos no quieren tomarlo de esa manera, que se jodan entonces.

Dentro de su corazón aún se guardaba una pizca de esperanza luego de que acordaron que iban a hablarlo cuando Harry terminara su gira. No entendía la súbita desaparición de su Lena, pero en ese entonces no podía dejar de pensar en el reencuentro que tendrían luego de estar tantas semanas separados.

El tour por Norteamérica había finalizado al fin, y por más que trataba de convencerse a sí mismo que tuvo el tiempo de su vida, al final de cada show no evitaba en sentirse triste. Porque cada vez que subía al escenario a enfrentarse a los aplausos y vítores de sus fans, su mente le hacía proyectar a la mujer con su vestido azul entre el gentío.

Sabía que debía volver para la segunda tanda de conciertos que se darán en Latinoamérica en un par de semanas. Normalmente en ese espacio de días se quedaba en su casa de Los Ángeles para ahorrar las largas horas de vuelo desde el continente europeo. Sin embargo, quiso regresar a Londres para solucionar su relación con Lena, porque ya le estaba volviendo loco el hecho de no tener ningún tipo de contacto con ella.

Harry no era capaz de tener una conversación así de importante por vía telefónica. Necesitaba tenerla frente a frente porque así sabría perfectamente lo que estaría pensando. A pesar del poco tiempo que llevaban juntos, él logró descifrarla como la palma de su mano; la manera en la que sus ojos brillan cuando le habla de algo que le apasiona, la forma en la que la voz se le quiebra cuando deja salir cualquier sensación que le produce daño o enojo, todas las veces que buscaba su mano para asegurarse que aun seguía ahí mientras dormían juntos, su manía de esconder su rostro en el pecho o en el hueco de su cuello cada vez que se abrazaban debido a la diferencia de altura que compartían o el hábito que parecía jamás desaparecer cuando se ponía nerviosa y jugueteaba con sus manos.

Sincerely, yours » h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora