Capítulo 5

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Londres, diecisiete de Febrero, 2020

Luego de dejar a Piper con Tess, me dirigí hacia el hospital para mi turno de noche. A pesar del fin de semana ajetreado que tuve, entre la ida al antro con mi amiga y la barbacoa familiar del domingo, sentí que de igual manera había descansado lo suficiente.

Trataba en lo posible dejar en los rincones más profundos de mi memoria lo que pasó en la noche de San Valentín, como para no desgastar mi salud mental a causa de la ansiedad que me producía el hecho de haberlo conocido por primera vez. Sin embargo, no podía evitar sentir la piel de gallina cada vez que me acordaba los sucesos casi ficticios de lo que viví. Y me mataba por dentro saber cómo estará él, ¿cuánto tiempo le habrá tomado hasta estar genuinamente tranquilo? ¿Habrá seguido con su vida como si nada? ¿Les habrá dicho a sus conocidos sobre mi insignificante existencia?

Llegué a los camarines y me cambié a mi querido uniforme azul marino, colocando la credencial con mi nombre y mi foto sobre el cuello de la polera. Guardé mis cosas en los casilleros y troté hacia mi servicio mientras me ataba el cabello en una cola alta.

Por el pasillo me encontré con Samuel, quien ya se estaba marchando a casa. Podía deducirlo ya que llevaba su clásica mochila al hombro.

—Hey —me detuvo tomando con delicadeza el brazo y una sonrisa se mostró en su rostro adormilado. Las ojeras no le sentaban para nada bien debajo de esos ojos tan azules y encantadores que tenía.

—Hey —lo saludé de vuelta—. Lo siento, voy justo a tiempo para la entrega de turno.

—¿Quieres salir a cenar conmigo?

Lo repentino de su pregunta me descolocó, a decir verdad. Ni me di el tiempo de pensarlo cuando mi cabeza rebotó como resorte, aceptando su propuesta. Inmediatamente me regañé a mí misma.

Organízate, Lenny.

—¿Cuándo? —pregunté.

—Veamos... —se llevó los ojos hacia el techo y sus labios se arrugaron en una mueca pensativa—. Mañana vas a querer dormir todo el día, y me imagino que el resto de tus días libres vas a querer pasarlo con tu perro o con tus seres queridos... ¿te parece el viernes?

—Viernes me parece perfecto —llevé una de mis manos a su hombro y lo apreté ligeramente para tomar impulso y seguir con mi destino, no sin antes de girarme hacia el ojiazul y despedirlo con un movimiento de manos.

Sentí que mi vida estaba marchando sobre ruedas. No la calificaría como perfecta, pero luego de vivir la montaña rusa de emociones en mi periodo universitario, no me podía quejar de lo bien que me estaba yendo hoy en día.

Hablando de universidad, divisé a Mariam, quien me recibió en la entrada del servicio y me miraba de forma serena. Joder, ¿habré llegado tarde?

—Llegué diez minutos antes —le dije con cierto atisbo de advertencia, señalando mi reloj de pulsera una vez que corroboré la hora.

—Deberías haber llegado un poco antes —su expresión no cambió luego de pronunciar esas palabras.

No sé qué cara habré puesto, ya que segundos después, Mariam soltó una carcajada y se inclinó ligeramente hacia adelante.

Boté el aire que no sabía que estaba aguantando.

—Jolines, que me asustas, mujer —me llevé ambas manos al pecho y tomé aire profundamente, dejando que mis pulmones se inundaran del preciado oxígeno.

—Debí de haber grabado tu reacción, tus caras son muy divertidas —se limpió una lágrima imaginaria de la esquina de uno de sus ojos y carraspeó, yo fulminándola con mis ojos—. Pero sí, la verdad es que desearías haber llegado un poco antes. Hay un regalo para ti en la sala de descanso.

Sincerely, yours » h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora