Capítulo 35

1.8K 105 42
                                    

Londres, catorce de junio, 2020.

La alarma sonó, interrumpiendo mis sueños. Me apresuré a apagarla para no despertar a Harry, quien dormía plácidamente a mi lado. Vi la hora del reloj y solté un gruñido cuando mis ojos leyeron las seis de la mañana; no podía creer que ya debía levantarme para ir a trabajar.

Apenas logré estirarme ya que el brazo de Harry sobre mi cintura impedía mis movimientos. La verdad es que no quería ni moverme; no me apetecía para nada dejar su cálido cuerpo para enfrentar el frío de la mañana.

—No —su voz cargada de sueño hizo que mi corazón detuviera sus latidos y me acercó más a él, enjaulándome con sus brazos.

Reí ligeramente y me giré para tenerlo cara a cara, sus párpados aún estaban cerrados y sus labios fruncidos en una mueca. A pesar de la oscuridad de la mañana, lograba reconocer a la perfección cada una de sus facciones.

—Debo ir al hospital —murmuré con pena, pasando mi dedo índice por su mejilla hasta el lunar ubicado a un lado de su barbilla.

—No —volvió a decir con voz ronca y llevó su rostro a mi cuello, inhalando profundamente—. Tómate el día libre.

—Sabes que no puedo darme ese lujo —abracé su cuello con mis brazos y acaricié sus rizos con suavidad—. Tengo pacientes.

—Pueden cuidarse solos —refunfuñó, hundiéndose más en mi hombro y besando mi piel expuesta.

Joder, siempre que se ponía así me daban muchas ganas de mandar todo a la mierda y quedarme todo el día acostada en sus brazos.

Sentí cómo la cama se hundía a nuestros pies y una lengua húmeda se hizo paso entre nosotros, haciéndonos sobresaltar y separarnos un poco.

—Pipeeeer —Harry gruñó mientras mi perro se recostaba en el espacio que nos separaba y no evité en soltar una carcajada, mis manos viajando inmediatamente a su pelaje para acariciarlo. Piper se giró hasta quedar patas arriba, entregándose a mis caricias a lo largo de su barriga.

—¿Ves? Debo levantarme ahora. Así tendré tiempo de sacarlo antes de irme.

—Yo lo saco después, no te preocupes por eso —se incorporó, apoyando su codo en el colchón de la cama y observó con cierta diversión cómo mi perro disfrutaba mi tacto—. ¿Es así todas las mañanas?

Asentí con la cabeza y luego de un par de rascadas más, me levanté de la cama. Reprimí una risa al ver cómo dos pares de ojos miraban con atención cada movimiento que yo hacía. Tomé la polera del rizado que se encontraba en el suelo para cubrir mi torso desnudo y empecé a caminar en dirección al baño. Sin embargo, al pasar por el lado de Harry, él agarró mi muñeca y me tiró, haciéndome caer sobre él.

—¡Hey! —protesté, sus brazos serpenteando hasta atrapar mi cintura.

—¿Sabes qué día es hoy? —me sonrió y acarició mi piel con sus grandes manos. Lo miré confundida, no entendiendo a lo que se refería—. Hoy es catorce.

Sentí mi corazón detenerse ante la mención de aquél número y mordí mi labio inferior, tratando de reprimir una sonrisa y evitando que mis mejillas explotaran.

—No puedo creer que estés llevando la cuenta desde que nos conocimos —sacudí mi cabeza, incrédula a lo detallista y perfecto que era este hombre.

—Deberíamos hacer algo, ¿no? Son cuatro meses —arqueó una ceja con cierta picardía y yo respondí alzando ambas cejas.

—Trabajo hasta las ocho de la noche, luego podremos ir a cenar a algún lugar lindo —propuse la solución sabiendo que por su cabeza estaba pasando otra idea que, lamentablemente, no podía aceptar o sino llegaría tarde al hospital.

Sincerely, yours » h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora