Capítulo 11

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Londres, veintisiete de febrero 2020

Narra Harry Styles

En el minuto que vi a Lena corriendo bajo la lluvia, sabía que no iba a terminar bien, y que el resfrío le iba a llegar de un día para otro. Odiaba ser el dueño de la razón, sobre todo en esas situaciones cuando lo único que querías era estar equivocado, evocando así el momento en que Lena me había notificado que no podía asistir al ensayo porque claramente se había enfermado. Y eso me había cambiado los ánimos. Desde nuestra conversación a punta de hamburguesas y papas fritas en el río quería volver a verla. Y demonios, tenía muchas ganas de estar con ella, ya que una simple videollamada no compensaba nada.

Me pregunté cómo habría sido si yo hubiese estado para ella. Me habría asegurado de que tuviera todo para que se sintiera cómoda, le habría preparado muchas tazas de té y la habría consentido con muchos chocolates. Habría conversado con ella sobre su familia, porqué quiso estudiar enfermería, su adolescencia, sus miedos y anhelos; temas tan simples, pero tan profundos a la vez, mientras la pantalla de su televisor reproducía una y otra vez su serie o película favorita.

—¡Tierra llamando a Harry! —unos dedos chasqueándose entre ellos aparecieron frente a mis ojos, sacándome de mis pensamientos. Mitch me observó burlón—. ¿Estás bien, hombre?

Sacudí la cabeza y miré a mi alrededor. Mi equipo me analizaba con cierta impaciencia, cada uno con sus respectivos instrumentos. Había algunas miradas divertidas y otras que al parecer querían matarme por atrasar tanto el ensayo.

—Perdón, perdón —me posicioné en frente el micrófono, rodeándolo con mis manos—. Empecemos desde el comienzo con Carolina.

No sé qué clase de hechizo me lanzó Lena May, pero por una extraña razón no podía sacármela de la cabeza. Con cada canción que tocábamos me imaginaba dedicándosela con mi guitarra, los dos solos a orillas del Támesis, ella sonriéndome llena de felicidad, sus manos jugando nerviosamente entre ellas mientras me escuchaba.

Si ella estuviese aquí, mi deseo se convertiría en realidad. 

—Harry, te saltaste el coro —mi bajista, Adam, me bajó de mi nube. Pasé mis dedos por mi cabello frenéticamente, algo inquieto por estar perdiendo el control con mis propias canciones.

—Lo siento, mala mía —reí nervioso y Mitch soltó una carcajada.

—¿Es que esa enfermera está en tu cabeza que andas tan distraído?

Lo fulminé con la mirada a medida que el resto de mis amigos me dedicaban una llena de asombro y confusión.

—¿Nos perdimos de algo? —esta vez habló Sarah, haciendo que sus baquetas chocaran entre ellas juguetonamente.

—¿Harry? —Mitch alzó ambas cejas y apoyó sus antebrazos en la guitarra que colgaba de sus hombros.

Qué va. De alguna u otra manera se iban a enterar de la existencia de Lena, sólo que yo no sabía si estaba listo de exponerla de esa manera. Pero era mi equipo, confiaba en ellos, por lo que me limité a contarles lo que había pasado la noche de San Valentín, repitiendo las mismas palabras que le había contado a Mitch y actualizándolos de los últimos acontecimientos con ella.

Una vez que terminé, instintivamente miré con timidez el suelo, esperando la lluvia de críticas o burlas que inminentemente llegarán por parte de mis compañeros.

—Vaya, la tenías escondida —Adam se cruzó de brazos—. No como otras mujeres.

—Es distinto —hablé de inmediato, levantando mi vista—. Nos estamos conociendo.

Sincerely, yours » h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora