Capítulo 20

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N/a: disfruté mucho escribiendo este capítulo, espero que lo disfruten ustedes también :) 

He notado que hay más votos en algunos capítulos que otros y um... don't be shy...

Ah, broma, con tal de que lean esta historia y sepa que les está gustando yo soy feliz :) <3


Londres, diecisiete de marzo, 2020

Podía contar con los dedos de una mano todas las veces que había llorado en mi vida. La gente a mi alrededor piensa que estoy muerta por dentro, que nada me afecta, que tengo un corazón negro y que tiene que pasar algo demasiado terrible para que mis ojos soltaran algunas lágrimas. Pero la verdad es que detestaba llorar por el simple hecho de que aborrecía la idea de verme débil, de dar lástima a los demás, de pensar que con el mero acto de sollozar me estaría abriendo personalmente a otras personas.

Sin embargo, el día de hoy fue una excepción. Y es que la situación con Mariam y la señora Georgina me superó completamente. Jamás había sentido tanta impotencia y rabia de mí misma. Cualquier persona que se tropezaba con un error seguramente se levantaría, se limpiaría las rodillas y seguiría adelante. Pero yo no podía actuar así, menos en el ámbito laboral ya que era algo de vida o muerte. Y casi le provoqué un maldito shock anafiláctico a una paciente por andar distraída.

Me encontraba en mi cama, con los ojos hinchados de tanto llorar pegados al techo. Habían pasado un par de horas desde que llegué al departamento y había ignorado todas las llamadas que Harry dejaba en mi teléfono. No le mentía que en verdad necesitaba estar sola, superar esto por mi cuenta, darme a mi misma las fuerzas que requería para olvidarme de la situación y seguir adelante, sin tener la influencia de una tercera persona que me dijera que todo iba a estar bien, cuando mi mente y mi corazón me tiraban hacia el suelo diciendo que nada iba a estar bien. 

No recordaba la última vez que había expresado mi frustración e impotencia de esta manera. En la universidad era una de esas típicas estudiantes relajadas, que trataba de tomar todo con tranquilidad. porque seguía siendo una fiel creyente que el estrés no ayuda en nada. Observaba con burla, pero también con compasión a mis compañeros que sufrían luego de dar una prueba importante o cuando los docentes eran muy duros con ellos. Sólo hubo una vez que lloré frente a un profesor; me había dicho que estaba perdiendo mi tiempo estudiando enfermería porque no supe responderle una mísera pregunta sobre un medicamento.

Solté una gran respiración, botando todo lo negativo que se había acumulado y me levanté de la cama. Me lavé el rostro y fui a la cocina a servirme una copa de vino. Lo merecía.

Volví a mi habitación y el teléfono sobre mis sábanas vibraba con la pantalla encendida. Nuevamente era Harry solicitando una videollamada. Piper a un lado miró el aparato con curiosidad y luego desvió sus castaños ojos a mí, cuestionándome.

—¿Debería contestarle? —le pregunté. Piper ladeó su cabeza—. No me mires con esa cara, sabes que tuve un día de mierda. 

Soltó un bufido y movió sus patas hacia el teléfono, mirándome fijamente, como si me estuviera diciendo que dejara mi drama interno atrás y responderle.

Le di un trago a mi vino y me senté sobre el colchón, jugando nerviosamente con el cuello de la copa.

—¿Por qué él insiste tanto ahora? —inquirí en voz alta y mi perro se inclinó para olfatear mi celular, lanzado un ladrido después. Rodeé los ojos y lo fulminé con la mirada—. Ya, demonios. Te debe caer muy bien como para que tú me insistas de esa manera.

Sincerely, yours » h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora