¿Temes a lo que te pueda hacer?

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—Buscas algo? —desperté de mis pensamientos, Amanda me hablaba.

—Para nada, ya me voy —comencé a buscar las llaves de mi bolsillo y le mande un mensaje a Caro diciendo que ya me iba.

La escuche balbucear. Amanda hablaba muy bajo que apague mi teléfono y lo guarde prestando atención.

—¿Perdón?

—Qué mejor que te largues es muy irritante tenerte cerca —se puso sus sandalias y arreglaba su cabello.

—En serio Amanda? sí que eres infantil y te recuerdo que la que estorba aquí eres tú. Esta es la casa de mi mejor amiga por si no lo sabias, hazte un favor y déjame en paz —no se como tuve valentía para decirlo, supongo que el alcohol todavía estaba en mi sistema y no tenía ánimos.

Yo siempre ignoraba sus insultos y no me gustaba los problemas, pero me tenía harta. Se quedó con la boca abierta sin poder decir nada, sorprendida de que pude responder a su insulto.

Escuché una risa ronca y dirigí mi vista a la habitación donde había salido Amanda. Era el chico riendo, riéndose de ella o de mi? Fruncí el ceño y Amanda soltó un bufido. Solo por un segundo el levanto la vista y dejó de tocar su cabello para verme, sus ojos color negro, tan oscuros como la noche y tenía lunares por su pecho, hasta acá los podía notar, su sonrisa ahora era de boca cerrada y con la comisura derecha levantada.

Todo eso acabó cuando Amanda decidió azotar la puerta. Espabile varias veces y decidí irme de allí lo más rápido posible, di un paso torpe después de Amanda que caminaba a zancadas. Al salir de la casa fui por mi coche para irme a mi casa, había chicos en el sofá en las sillas por el piso.

Llegué a mi auto y recargue mi cabeza al volante pensando en todo lo que pasó ayer y como pasó. De algún u otro modo me frustra y a la vez me sentía desconcertada. Después de unos minutos me recompuse y decidí irme rápido a casa, encendí el motor y retrocedí lentamente hacia atrás. Y ahí escuche una queja, más bien insulto, me detuve de golpe pensando que atropelle a alguien.

En serio esto estaría muy mal si atropello a alguien,
Tania me matara si voy presa. Baje rápidamente del carro y me dirijo a la parte de atrás para verificar y note que no había nadie en el suelo, era buena señal, pero vi alguien de pie. Era ese chico con manos en los bolsillos de su pantalón y su mirada seria, no tenía ninguna expresión en el.

—Mierda, me vas a atropellar si no tienes cuidado.

Quede pasmada, era el, Mierda, habla —Lo siento. ¿Te encuentras bien? —no dijo ninguna palabra y asentí que estaba bien. Solo se encogió de hombros mostrando que era así.

La verdad no me importaba tanto, si uniera sabido que era el hubiera sido el golpe más fuerte.

—¿Mucho es el apuro? —fruncí el ceño y relaje un poco los hombros.

—¿Debería importarte? Como veo que no te paso nada. Nuevamente lo lamento, adiós —retrocedí de nuevo a mi auto. Pero él habló de golpe.

—¿Por qué huyes siempre que me ves? Acaso me tienes miedo? —me paré de golpe y apreté mis labios y luego los mordí demasiado duro ya que no quería comenzar una nueva discusión aquí. Me gire con el ceño fruncido.

—¿Que?... No lo hago, solo que tu presencia es increíblemente irritante y desesperante —soltó una carcajada pequeña y se acercó con dos grandes pasos tocando con la punta de sus zapatos mis dedos.

Quedó tan cerca que podía oler su perfume, sentí su respiración en mi cara pero no fui capaz de moverme ni un centímetro ya que el no me lo permitió, solo pude mover mi cabeza un poco hacia atrás.

El se acercó rápido a mi cara y pensé que me besaría, pero su rostro pasó a mi oreja y su aliento chocando con mi cuello me erizo la piel poniendo de mis pelos de punta.

Pego sus labios húmedos rozando el lóbulo de mi oreja y pronunciando tales palabras tan simples.

—¿O temes a lo que te pueda hacer? —con eso me dejó más que ida, no sabía a qué se refería.

Se despegó con una sonrisa de labios cerrados y con las manos en sus pantalones se alejó hacia la salida dejándome sin poder decir nada y no se por qué no conteste si no es cierto o si?

Qué me pasa? No entiendo cuál es su problema, es peor que Lucas.

Mierda no sé en qué momento me vine a enredar así con esos chicos. Ni siquiera los conozco, llegué a mi casa y no encontré a Tania, me dormí apenas me duche. Desperté con dolor de cabeza, se me quería salir el cerebro de la cabeza y los pies me dolían demasiado. Después de poner mi celular a cargar baje para prepararme algo de desayunar y tomar una pastilla.
Baje las grandes escaleras y la casa está impecable gracias a Nadine la señora del aseo, lleva a más de veinte años trabajando para Tania, era una segunda mamá para mí, más bien mi mamá ya que estaba más que mi propia mamá, me apoyaba y ayudaba.

La respeto y le tengo mucho aprecio. Venía por las mañana hacía el aseo y el desayuno estos días, le dije que no era necesario que se tomará estos días que no le diría a Tania pero ella insistió en eso hasta que mamá volviera a venir. Pero al bajar oí ruido en el estudio de mi madre y me dirigí a él. Camine descalza y sentí el piso frío, corrió una fuerte brisa que me hizo erizar. Tenía puesta mi pijama aún, Me abracé a mi misma y al llegar al estudio de mamá las voces fueron más fuertes, oí una voz masculina hablando con mi mamá y decidí retirarme para no estorbar seguramente eran negocios.

Solo quería comprobar si era ella, creo que acaba de llegar. Me fui a la cocina y había desayuno.

Al terminar lave los platos y dejé todo en su lugar correspondiente, decidí ir a mi habitación para alistarme. Al subir las escaleras y sentir el los primeros escalones y pasando la mano por la barandilla de estos escuche mi nombre, me llamaba mamá.

Y estaba ahí.

Me gire.

—Hola Tania —Pero no estaba sola.

Deadly LoveWhere stories live. Discover now