Cosas que no puedes decir mañana

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Me suelta y toma el chocolate y embarra su dedo índice, lo miro atenta a sus movimientos.

—No haré nada que tu no quieras —veo la intención y el lo hace lento, viendo si me alejo o reacciono. Pero no hago nada.

Ese era la señal para avanzar, yo le di luz verde y el debía acelerar.

¿Por qué? Porque en el fondo lo quiero. Pasa su dedo por el centro de mis pechos llenándome de la mezcla. Me mira, con ojos de deseos, acerca su cabeza a mis pechos y comienza recorre con su lengua el rastro de chocolate, cierro los ojos y tomó su cabeza. Chupa y besa suavemente, me está gustado  mucho este juego. Abro los ojos cuando se separa y lo miro, con su dedo el resto de chocolate lo pone en mi boca, acaricia mis labios suavemente y trago saliva, no puedo dejar de verlo, sus labios están rojos y su cabello se está comenzando a secar, se posa una parte sobre su frente. Me mira y me separa los labios para luego pegar sus labios con los míos, lo beso, lo beso como nunca antes había besado a alguien, con deseo, con lujuria, sin pudor, suave y luego salvaje. Rompo el beso y el me mira agitado.

Tomó su mano, el sabe lo que estoy a punto de hacer y espera. Chupo la punta de su dedo y luego todo, sin dejar de mirarlo, con mi lengua acariciando su dedo largo y delgado, el tiene una sonrisa pícara en su rostro, y me prende más. Saco su dedo y me lamo los labios despacio y le sonrió. Cierra sus ojos agachando su cabeza mientras sonríe.

Me toma del brazo y me lleva con sigo, lo sigo sin preguntar, subimos las escaleras y me doy cuentan que su habitación es la que está justo al lado de la mía. Abre la puerta y la cierra, apoyándome en ella. Para luego besarme nuevamente. Chupa mi cuello, con delicadeza sin dejar marcas, luego muerde y chupa, acuna con una mano mi teta y con la otra aprieta mi cadera y me pega más a su cuerpo. No me canso de tocar su pecho y abdomen. Suspiro y pego mi cabeza en la puerta viendo el techo, disfrutando su toque, su sabor a chocolate con alcohol. Deja de besarme para mirarme y con mi mano en su cabello le hago caricias, sus ojos grises están dilatados, como jadea me hace doler más mi zona.

—No sabes cuanto quería besarte —le digo. Sin pudor.

El me sonríe y me da un beso casto en la boca, besa mi mejilla y luego la otra, para besar de nuevo mi boca. Sonrió. El alcohol me está dando la fuerzas pero me las quita cuando hace cosas así. Juega con el botón de mi pantalón. Me sigue besando y yo también, meto una pierna por en medio de las subas y rozo mi muslo con su entrepierna, causando un suspiro ronco de su boca, haciéndome saber que le gusta.
Luego el soba mi estómago y mete lentamente su mano en mi interior, desliza sus dedos largos en mi centro, me mira, esperando mi reacción. Suelto un suspiro de alivio y aprieto sus hombros duros.

—Estás tan mojada —me susurra junto a mi oreja mordiendo mi lóbulo —para mi.

Se separa y sus dedos acarician mis pliegues, luego mete un dedo y jadeo ante ello. Mi cabeza está apoyada a la puerta. Tengo la boca abierta y seca.

—Mírame —me pide. Y le obedezco.

Es tan hermoso, sus ojos grises dilatados, sus labios rojos y deseosos, su piel blanca con lunares regados por su cara, su pecho y su cuello. Su cabello está hecho un desastre por mi culpa.

Así que no voy a ser egoísta, le daré lo mismo que el me dará. Le daré un orgasmo. Meto mi mano en su pantaloneta, dentro de su bóxer y me encuentro con con su miembro duro y erectil. Suelta un suspiro cuando enrollo mi mano al rededor de él. El reanuda los movimientos de sus dedos dentro de mi y yo comienzo a frotarlo como se. El mete un dedo y con el otro soba mi clitoris, jadeo más fuerte y yo aprieto mi mano en su miembro haciendo que el también jadee, sobo su punta y subo y bajo. El mete un segundo dedo y yo me tapo la boca con mi mano libre, el me mira serio. Me destapa la boca.

—No, deja que te escuche —su semblante serio.

—Pero si nos escuchan... —me callo.

—Me importa un carajo si nos escuchan —sonó tan demandante, como si en realidad no le importara. Hasta me convenció.

Me agarro tan fuerte como puedo de sus hombros con mi mano libre, las piernas me tiemblan y siento que me voy a venir, mi mano aún sigue moviéndose, aumento mis movimientos, más rápido, quiero que se venga cuando yo lo haga. Aprieto más y sobo la punta, el se encoge hacia mi.

—Mad... —jadea en mi oreja y me deleito, escucharlo decir mi nombre así, de esta forma, Ufff me prende tanto —me voy a venir. Sácala.

No hago caso, yo también me voy a venir, mi cuerpo suda y siento una corriente desde mi vientre hasta mi zona. Mis pechos arden, y se erizan más, doliendo. Me mira con la boca abierta.

—Lucas... me ven-... —jadee fuerte y mordí mi la lo inferior, para no hacer tanto ruido. El se viene y se pega a mi, buscando soporte. Lo escucho jadear fuerte.

Nuestros pechos suben y bajan fuertemente. Siento como mi zona está empapada, y su mano sigue abajo. Siento mi mano empapada con su líquido caliente y pegajosa sobre ella. El saca mi mano con cuidado y saca la suya. Me lleva hacia el baño.
Se pone detrás de mi y abre la llave. Puedo ver la mezcla blanca y viscosa junto mis dedos los separo, se forma un hijo, que luego se lleva el agua, frota mis manos con las suyas y luego nos junta jabón de manos. Me lava las manos como si fuera una niña pequeña, que acaba de jugar con tierra y debe lavarse las manos antes de cenar. Pero esto es todo lo contrario a un juego de niños. Lo miro por el espejo, está concentrado, con el ceño fruncido. Siendo su pecho caliente pegado a mi espalda.

Al terminar me deja en el baño para que me termine de limpiar.

Dios mío. ¿Que más puedo hacer?

Cuando salgo, le digo que puede entrar el. Mientras me pongo mi short y me siento en la cama en la que el estaba sentado, suponiendo que es la suya. Me acuesto en ella. Su olor desprende de la cama, cierro los ojos y disfruto de su olor.
Mi teléfono vibra, un número desconocido está llamando. Contesto.

—¿Hola? —al otro lado de la línea se quedan callado.

—¿Ya lo descubriste o sigues divirtiéndote? Como la egoísta que eres —me alarmo, pero se precisamente de que se trata.

—¿Debo encontrarla a ella? ¿Necesita ayuda?, ¿que debo hacer? —pregunto ansiosa.

—Bien, ya lo sabes. Cuando llegue el momento lo sabrás, disfruta de tus vacaciones mientras puedas.

Corta la llamada y me quedo quieta. Hace poco lo descubrí. Pero realmente no estoy segura si es lo que yo creo que es, solo necesito una pista más. Lo sabré cuando vuelva a casa.

—¿Sucede algo? —pregunta Lucas.

Me levanto de la cama mientras envío un mensaje —Deberíamos bajar, antes de que se pregunten por nosotros —salgo de la habitación. Pero no bajo, me dirijo a mi habitación.

Deadly LoveWhere stories live. Discover now