El lago de los cisnes.

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Entre después de el, viendo los cuadros, el suelo de madera, era elegante pero sin exagerar, cálido y llamativo cada lámpara de cristal, mesas clásicas, espejos pulcros, marcos. No se escuchaba nada, bueno probablemente me trajo engañada y ahora me va a matar, lo que un típico asesino serial haría, sin tener que forcejear con la víctima.

Retiro lo dicho, pronto se escucharon voces, todas reconocibles para mí. Al pasar por varios pasillos, llegamos a lo que parecía ser la sala de estar, muebles, una chimenea, una gran mesa. Entrando todos dieron con nuestra presencia. Sorprendidos.

—Ey chicos, están aquí! —eso era obvio. Muy entusiasta exclamó Matías, llamando la atención de todos.

—¡Qué bien! justo a tiempo para la noche de juegos —se levantó Caro del sillón dirigiéndose donde estábamos. Tomó mi mochila y se la llevó —Es un alivio que estés aquí —susurró para mi.

—¿Te vas a quedar ahí parada, Mad? —Matías me saco de mi ensimasmiento.

—¿Qué te pasó?, escuché que no ibas a venir —preguntó curioso Felipe en voz alta, fue un momento aún más incómodo.

Todos esperaban por mi respuesta, Theo, Lucas, todos atentos

—Surgió algo, pero pude hacer tiempo... —espero realmente que no se note nada.

Se formó un silencio poco agradable por un momento. Entró Caro, animaba para luego comenzar a hablar hasta por los codos. En la sala estaba Matías, Theo, Carlos, Lucas, Caro, Felipe y yo. Todos decidieron jugar, excepto Lucas que bebía solo de su vaso y yo que miraba.

La noche paso en risas y confesiones, hasta que comenzaron a enbruagarce sin sentido, quedando inconscientes, uno por uno iban callendo los soldados. Era realmente chistoso ver como actuaban.

Caro descansaba en mis piernas, dormida, Matías estaba en el sillón echado, Theo en el suelo, Felipe y Carlos sentados en el piso con la cabeza echada en el mueble, Lucas solo veía sentado, sereno, un poco apartado.

—Mejor los ayudó a ir a la cama —,me levanté con cuidado.

Fui por Theo para comenzar.

—Vamos, arriba —lo levante hasta quedar sentado, lo difícil era ponerlo de pie y llevarlo a otro lado, es demasiado terco y no cooperar —pesas como un elefante.

—¿Ya cargaste uno?, no a-así que no sabes, s-si tú —mirándome con los ojos entrecerrados me señalo.

—Bien te lo buscaste, te dejaré aquí —le dije muy bajito.

Meneo la cabeza y puso su brazo por enzima de mis hombros, con un poco de esfuerzo lo levante. Mala idea casi se resvala y en el intento presionó mucho mi barriga evitando la caída.

Apreté mis labios conteniendo el dolor. Aguantando mas que pude.

—Tas bi-bien? —preguntó Theo, preocupado de haber hecho algo.

Negué, lo llegue a una habitación y volví por Caro. Fue mas fácil, luego fui para recoger las cosas de la mesa sola, en silencio, bueno en compañía de ronquidos y quejidos de los que quedaban.

Ya me basta con dos

—¿No les contaras cierto?

—¿Me estas pidiendo un favor? —fruncí el ceño, iba ha hablar pero él se adelantó —,No hago nada sin recibir algo a cambio —me gire y lo mire directo a la cara.

—No te pediré un favor, no quiero deberte nada —.me crucé de brazos y levante un poco las cejan inconcientemente.

—No tendré problema en negárselos —chasqueo su lengua, continuo una pequeña sonrisa se formó en sus labios.

—Realmente esto te divierte —solté.

—Nunca dije eso—levanto sus cejas y su rostro de burla no cambió en absoluto.

—Has lo que te plazca —me voltie y salí al patio.

Existen dos tipos de personas; A las que si no les demuestras interés en sus amenazas pensaran que no es grave, por lo tanto lo dejaran pasar, creyendo que no te lastimara y que esa jugada será inútil y están a las que no les importa cuán grave sea, solo lo escupen todo sin medir palabras.

—Buena táctica, lo reconozco —dijo de la nada, pero no me inmute ante su comentario.

—No es una táctica, no en este caso. Si quieres decirles puedes, nada te detiene —calmada le dije.

—Tú —se acercó a mí oído y susurró.

—¿Yo, yo que?

Causando escalofríos en mi cuerpo.

—No soy una chismosa, es tu secreto no el mío —me voltee, pero el ya estaba entrando, entre a la casa sin esperar más.

Me dirijo a una de las habitaciones y mirando al techo espere a que el sueño me llegara. Cerré los ojos, pero nada, me moví de un lado para el otro, no encontraba comodidad ni tranquilidad, no puedo creer que no pueda dormir, bueno si lo puedo creer. Mire el techo por mucho tiempo, hasta que poco a poco mis párpados se fueron cansado, se sentían cada vez más pesados hasta cerrarse por completos, quedando dormida totalmente.

Al poco tiempo un ruido me despertó, soñolienta me levante de la cama, pensando que fue mi imaginación, pero ahí estaba otra vez, fui a ver de que se trataba, tal vez uno se levantó y está haciendo desastre, no espero menos. Fui a ver, todos estaban dormidos, al parecer ninguno fue, pero entonces ¿qué fue ese sonido?, ¿quién lo provoco? mire desde adentro, asegurándome de que nadie estuviera afuera, las cerraduras estaban abiertas, fácilmente alguien pudo entrar. Sin hacer ningún ruido fui a ver a la cocina, no había nadie, encendí la luz y me encontré con algo realmente fascinante.

Una nota.

Sangre o eso parecía.

Un cuchillo.

En la nota decía; El tiempo se acaba y los secretos quieren salir a la luz, ¿que harán?

Tenía manchas rojas y el cuchillo estaba clavado sosteniendo la hoja. Luego de leer el mensaje me quedé en shock, eso solo aseguraba algo, habían estado alguien en la casa o todavía estaba en la casa. No sabía que hacer, si gritaba seguro me encontraría, los chicos en estos momentos no servían para nada, Lucas, necesitaba encontrá a Lucas. Aunque la idea no me agradaba para nada, tampoco me agradaba ser asesinada. Tomé un cuchillo, de un cajón y viendo a todos lados, comencé a buscar a Lucas con sumo cuidado y sin hacer ruido.

Estaba muerta de miedo, tal vez me veía en la oscuridad y sólo se reía esperando a atacarme. Rápidamente fui a las habitaciones, como todas estaban abiertas no eran esas hasta que una estaba cerrada debía ser a su habitación, llamé susurrando, luego toque despacio, cuando creí que no estaría la puerta se habrio.

—¿Qué sucede? —era él, si era Lucas y no el intruso, cambió su expresión al verme con él cuchillo —¿Qué haces con un cuchillo?, ¿lo usaras conmigo? —confundido del por qué tenía un cuchillo conmigo.

Deadly LoveWhere stories live. Discover now