Que bien se siente ser tocada por el.

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—¿Lucas?, ¿qué haces aquí? —espete.

—¿No es obvio?, vine a ver esto —me señaló y lo mire mal a lo que el río, su risa ronca me dejó pasmada —.Los chicos querían ver si te encontrabas bien.

Tomé mi camisa rápido y me tape poniéndola en mi pecho

—¿Cómo entraste? —cuestione dudosa.

—La puerta de la cocina estaba abierta —dijo de lo más natural.

—Ah...

—¿Qué te sucedió? —en eso se acercó y pude verlo mucho mejor, tenía unos vaqueros y una camisa gris que combinaba con sus ojos.

—Ah, nada solo fue un vestido.

—No creo que eso pasara por un vestido, dejame ver —se acercó.

—No, estoy bien —no escucho y se acercó más y yo retrocedí, por cada paso que el daba yo retrocedía y el último caí sentada en el sofá y el parado enfrente mío.

Levante la mirada y me encontré con la suya desde arriba. Se agachó lentamente quedando a mi altura. Aprovecho que estaba descuidada y me quito la blusa, dejando mi abdomen al aire. Sentí vergüenza. Miró la zona afectada. Inmediatamente me sentí incómoda y desvíe mi mirada, patética. Escuché ruidos, estaba abriendo el botiquín.

—No. yo puedo sola...

—No. no puedes —continuó sacando el algodón.

Mientras yo solo miraba como sus manos se movían de aquí para allá. Dios, espero no vea mis cicatrices. Me tape con una mano.

Tomó el algodón y se volteo en mi dirección.

—No —detuve su mano con el algodón que estaba apuntó de tocar mi abdomen.

Seguramente va a doler. De por sí ya duele.

Me miro neutro, sabía que él no iba hacer tan brusco sabiendo que me duele, solté su mano despacio y asentí a lo que él poco a poco fue pasando el algodón húmedo por mi abdomen. Al principio ardió, más en las pequeñas cortadas, pero ninguna queja hice, fue tan cuidadoso.

El silencio no era incómodo y el ambiente no era tenso.

—¿Cómo es que un vestido puede hacer ésto? —preguntó después de un largo tiempo.

No quería decirle toda la verdad, de hecho no quería decirle nada al respecto.

—Al parecer no estaba bien hecho...

Asintió.

Se veía tan concentrado, fruncia mucho el seño, lo había notado en poco tiempo, cuando piensa, cuando está concentrado o confundido, cuando duda, apuesto a qué no se da cuenta de eso. Me gustaba en la forma en que lo hacía, estaba tan concentrada que ya no le prestaba atención a lo que sentía, solo podía ver cada detalle de su rostro, sus labios perfectos fruncidos, sus pestañas y las sombras que se hacían a su alrededor.

Se levantó, sacándome de mí ensimasmiento y se sento en el sofá, cambiando de algodón.

—Date vuelta —fruncí el ceño por un momento y luego lo hice.

Espere en silencio. Hasta que sentí el algodón mojado, no dolía, era la sensación refrescante que daba. Sentí el rose de la yema de sus dedos pasar por mi piel. Mi respiración se pauso por un segundo, es normal que pase eso, son sus dedos los que están guiando el algodón. Deja de pensar lo que no es Maddie. Volvió a suceder, no estoy loca, volví a sentir sus dedos recorrer despacio mi espalda, cada vello de mi piel se erizo. Trague grueso y remoje mis labios por la resequedad, mire a todos lados esperando a que terminará. No se ni como me siento ahora.

—Solo ponte pomada y hielo para bajar la inflamación —habló a mis espaldas.

Tomé mi camisa y con cuidado me la puse, y le agradecí.

—¿En serio viniste a ver como estaba? —tenía esa duda, ni siquiera Caro haría eso.

—No, tenía que hacer algo y se aprovecharon de mí —dijo fríamente.

—Entiendo bien, ya me viste, estoy perfectamente, puedes irte ya —declare incómoda.

Silenció. No había mucha luz, gracias a ella podía ver su silueta, como siempre sus ojos resaltaba más que todo.

—¿Segura? Hay muchos locos sueltos —¿su intención era quedarse?

—Claro, también entran a las casas sin invitación previa —hablé con sarcasmo.

Sonrió —Bien, volveré con los chicos.

Asentí, se levantó del sofá y paro en seco —¿Vamos?—,se giro y con las manos en los bolsillo.

Me sorprendió, mucho.

—¿A dónde? —sorprendida.

—Con los chicos, te esperare en el auto si quieres ir, si no lo sabré y me iré —salió esta vez por la puerta principal.

Lo pensé.

¿Será que si voy?, ¿será que no voy?

¿Qué le diré a los chicos?, no les dirás nada. Además no debo quedarme aquí. Subí corriendo a mi habitación y tomé la mochila que tenia lista ya, baje rápido esperando a que no se haya ido aún. No creo que iría sola así. Por suerte salí y aún estaba el auto, me apresure antes de que llegara Tania y me detuviera, era lo último que faltaba, que Lucas presenciara una escena con Tania.

Entre al auto, de copiloto y lo mire.

—Vamos —asintió y puso el auto en marcha.

Me sentía tan cansada y el asiento era tan cómodo que me quede mirando el camino y me dormí.

El auto se detuvo, después de un largo tiempo, pude sentirlo, ya debí dormir un buen rato, abrí los ojos lentamente, y me tope con otros. ¿Me estaba observando? una sensación rara recorrió mi cuerpo. Me incorpore.

—¿Llegamos? —confirmó y se bajó del auto a lo que yo lo secunde.

Llegamos a la cabaña, las luces estaban encendidas.

Caminamos en silencio, el iba adelante y yo atrás, viendo mis zapatos y cada paso que daba. Hasta que choque con el. Me detuve por el impacto y levante la vista.

—¿Estás bien?, no es que me importe —su semblante era serio.

—Lo estoy —respondí dudosa, —,podrías no comentar nada —. No dijo nada, solo asintió y se dio la vuelta a la cabaña.

Reaccione al escuchar el sonido de las hojas moverse, mirando a ambos lados para caminar más rápido, llegando justo a tiempo cuando la puerta fue abierta, por Lucas.

Deadly LoveWhere stories live. Discover now