Verdades al aire

14 3 0
                                    


Pronto la voz de aquel hombre se hizo eco.

Al despertar, mi cabeza dolía como si hubiera estado ebria, era un sótano o eso creía, estaba amarrada de pies y manos a una silla. Con cuerdas, eran muy buenas las ataduras, porque al moverme solo me apretaban y lastimaba más. Había una silla delante de mí, el molesto foco y único que había, parpadea cada cinco segundos, los rincones eran oscuros y sólo se podía ver donde yo me encontraba y la silla delante de mí.

Genial, tardaron mucho para secuestrar me. Seguramente pedirán una gran suma de dinero y ya todos felices. Apreté mis ojos para que mi vista no se apagará y me pudiera mantener despierta. Pero no grite ni forcejé, sabía que eso jamás funcionaba, es casi inútil. Mantuve mi vista fija en la silla hasta que alguien llegara, pero ya estaba ahí, podía escuchar su respiración por muy lenta que fuera. Sabía que estaba en las sombras observando mi reacción y esperando el momento indicado para salir como un maniático.

—¿Qué es lo que quieres? —mantuve mi vista baja, cubriendo mi cara con mi cabello.

—Me sorprende que no estés desesperada luchando —salió de la sombra y se sentó en la silla que estaba justo enfrente.

—¿Qué quieres? Dinero, vas a violarme o matarme?—-levanté la vista para poder ver de quien se trataba. Pero tenía una máscara blanca y su saco puesto.

—No, no como creerías que yo haría algo así?, jamás —puso su mano en su pecho mostrando indignación, esperando a que reaccionara a su mal chiste y estúpido sarcasmo.

—No me digas —tomo muy fuerte mi barbilla levantando mi rostro haciendo que lo viera, acercó su silla hasta estar más cerca.

—Linda, no soy un volador ni psicópata —le di una mirada obvia, que eso parecía justo lo que era —.Buen punto, pero sólo vengo a abrirte los ojos y que veas la realidad, entiendes?

Negué y él se levantó de la silla, camino llegando a mi espalda y de un solo movimiento me giro haciéndome ver lo que estaba delante de mí ahora. Un gran tablero con fotos y nombres. Fotos mías, de mis padres, de hospitales y no se que mas.

—Bien seré tu profesor, te parece? Será divertido.

—¿A qué te refieres?

—Si no sabias un profesor enseña y yo seré tu profesor el día de hoy —estaba muy confundida, ¿Qué es lo que quiere enseñarme? —Se que te preguntas, qué está pasando y que te voy a mostrar.

Se puso enfrente del tablero y comenzó.

—Ellos son tus padres, Tania, tu papá Franklin y la querida hija Maddie —era una foto familia que no entiendo cómo la tiene si solo esta en la casa, hasta que mamá decidió quitarlas todas —Veamos, tu padre las abandonó por otra mujer más guapa y joven que tu madre —quite la vista y el negó sonando su lengua —Quiero que prestes mucha atención, mírame!

—¿Qué carajo es lo que quieres? mostrarme cómo mi jodida familia se desmoronó y humillarme, hacerme sentir menos por eso —lo mire con tanta rabia y impotencia, no podía hacer nada.

—Se que tienes preguntas, pero no todas podrán ser respondidas, no ahora. Bien sigamos a pesar de ser tus padres tienes una buena imagen de ellos aunque los estés empezando a despreciar o no? —volvió su mirada a mi, no esperando respuesta el ya sabia eso era inútil negarlo —Tus padres tiene uno secreto muy jugosos, ¿no te gustaría saberlo? Se que si, ahora yo te ayudaré a que los descubras poco a poco.

—Por qué no me los dices ahora, ya y acabamos con esto —Lo interrumpí y me incline un poco aunque las cuerdas me estuvieran coagulando la sangre y probablemente dejarán marcas.

Camino de un lado a otro y tomó nuevamente la silla, poniéndola de un lado. Quedando a mi derecha.

—No tendría ningún chiste.

Comenzó a jugar con un mechón de mi cabello, para luego ponerlo de lado contrario, todo, dejando a la vista mi cuello. Y con su dedo frío empezar a recorrer desde donde terminaba mi mandíbula hasta donde acababa mi cuello. Aparte mi cara del lado contrario y él se detuvo.

—Tranquila, no te haré nada que no quieras.

No respondí.

—¿No has sentido que algo está mal?, ¿Cómo si te ocultaran? —se cruzó de brazos aguardando por mi respuesta.

—Todo está mal, nada nunca está bien —muy filosófica yo. Más bien sarcástica.

—Me gusta tu sentido del humor, creo que por hoy es hora de dormir es demasiado tarde. En una de las tantas habitaciones de tu grandiosa casa encontrarás la primera pista, solo debes saber buscar —camino por detrás y no lo oí más.

¿Pero qué está pasando?

¿Pista? Ahora si estoy perdida, bien solo debo calmarme y encontrar una solución a toda esta locura. Seguro que la hay.

—Espera.

—Nena, no te dejaré ver mi rostro si eso es lo que pedirás.

—Se que no lo harás. Solo quiero saber mas, estoy confundida míralo así, si no se lo suficiente y estoy confundida no llegaré a nada —que diga que si, por favor.

—Buen punto.

Suspiré.

Comenzó de nuevo a explicar, espero que sea algo que me aclare la mente con lo que pueda comenzar.

—Pero hagámoslo interesante, si contestas mal o me mientes —de su buzo, saco una pequeña navaja, —,¿haz escuchado el dicho de cada acto tiene consecuencias?, supongo que si, ya te imaginas si pasa eso cual será tu pequeña consecuencia.

—Eso es un castigo, me vas a torturar?

Se encogió de hombros.

—Vamos, no lo veas así. No creo que te equivoques eres inteligente, no? —Con su dedo índice daba vueltas a la punta de la navaja sin hacerse daño.

—Bien.

—Muy astuta, ya verás que nos divertirnos.

Seguro él si.

—Vayamos al pasado, ¿Que paso con Scott? —, si sabía de Scott, seguro sabía que sucedió solo quiere bajar mis barreras.

—Murió.

—Sí, murió el pobre y no lo merecía. Eso te sigue afectando, no es cierto?

—Tal vez.

Soltó una carcajada que hizo eco por la habitación y me rodeo. Cuando sentí la cuchilla afilada en mi cuello, pero no me moví.

—Vamos linda, esa respuesta fue muy incorrecta. ¿aun sigues con las pesadillas? —susurro en mi oído.

—¿Pesadillas? Todos las tiene de vez en cuando, ¿tú no?

Levantó las mangas de mi buzo hasta mis codos e hizo un corte.

La sangre brotó de inmediato de ellos.

—Carajo chica, si que eres masoquista, cierto?, Hablando de dolor, porque no vemos esas lindas cicatrices... que tienes.

—No —me adelante inclinando me de silla hacia delante —dijiste que no me tocarías.

Deadly LoveOù les histoires vivent. Découvrez maintenant