2O - ¿Por qué no me dijiste?

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12/05/19

Suspiro y dejo el celular a un costado. Me pongo boca arriba y comienzo a frotarme los ojos bajo la atenta mirada de Gonzalo.

­—¿Qué pasó, mi amor? ¿Hay algún problema? —me pregunta mientras vuelve a besarme el cuello, pero esta vez lo hace como si intentara tranquilizarme.

Le acaricio el pelo y le muestro el mensaje.

Él se toma un tiempito para leer a pesar de que son solo cinco palabras, y frunce el ceño.

—O sea, ya sabemos que lo sos, pero ¿por qué?

Pongo los ojos en blanco y le doy un leve golpecito en la cabeza. Él empieza a reírse y me da un beso en la boca.

—No sé qué le pasa. Si es una pavada o hay algo más.

No creo que sea muy serio. Romina es exagerada con casi todo en la vida, pero muy pocas veces me manda mensajes así, sin contexto, sin un "jaja", sin contarme nada.

Rápidamente abro mi chat de WhatsApp con ella y comienzo a escribir.

Romina

En línea

Qué te pasa? - 3:45 p. m.

Tengo que hablar con vos - 3:52 p. m.

Es urgente?
Estoy en la casa de los papás de Gonza ahora - 3:53 p. m.

Bueno, venite esta noche al depto - 3:53 p. m.

Pero qué paso? - 3:55 p. m.

Acá te cuento - 3:57 p. m.

Fuaaa, la puta madre. Demasiado misterio para mi corazón de caramelo.

Le clavo el visto y dejo el celular al costado una vez más. Gonzalo está acostado al lado mío mirando al techo, como si hubiera querido contenerse de mirar mi pantalla durante mi conversación con mi amiga.

—Me pidió que vaya al departamento esta noche —le cuento.

Él se gira sobre su eje poniéndose de costado y apoya la cabeza sobre su brazo.

—¿Y te vas a quedar a dormir ahí? ¿Le pasó algo? ¿Entraron a robar?

—No creo que me putee porque entraron a robar. No me quiso decir nada, solo quiere que vaya al departamento para hablar con ella.

Él me mira confundido y extrañado. Al menos coincidimos en algo: ninguno de los dos entiende qué pasa.

—Bueno, te llevo esta noche. No te preocupes.

Y así como promete, esa noche estaciona el auto frente a mi edificio de Recoleta, el que queda a pocas cuadras de la Facultad de Medicina.

Mientras le aviso a Romi que estamos abajo, él me pregunta si quiero que se quede en el auto y no, lo niego. Quiero que venga conmigo. No sé por qué, pero sí. Por las dudas, por si pasa algo raro, prefiero tenerlo a Gonza conmigo. Él me da seguridad, y me siento más protegida si está ahí.

Es una tontería, sobre todo porque solo se trata de una charla con mi amiga, pero de todas formas, Gonzalo apaga el auto y se baja conmigo.

Mientras subimos en el ascensor, me recuesto contra su pecho y por el envión lo hago recargarse contra la pared. Él me rodea con sus brazos y me besa la coronilla.

—¿Tenés miedo? —me pregunta mientras me acaricia la espalda.

Niego con la cabeza. No es miedo. Es un poco de preocupación.

» CULPABLE - Gonzalo Montiel « Where stories live. Discover now