12 - ¿Qué hace esta imbécil acá?

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8/03/2019

Creo que hoy es el día. Creo que tengo que hacerlo. No, no creo, lo sé. Es lo que corresponde. Gonza tiene que enterarse. Gonza se merece enterarse, después de todo el puso su... mitad.

—Amor, yo entiendo que no tomás mate, pero me podés pasar uno al menos —la voz de Gonzalo me aleja de mis propios pensamientos y me doy cuenta de que estuve con el mate y el termo en la mano desde que salimos de Capital y la yerba sigue seca.

Él suelta la palanca de cambios y usa esa mano para agarrar el porongo cuando se lo paso. Me mira y me dedica una sonrisa para luego decir:

—¿En qué pensás tanto? Estás re callada.

Niego con la cabeza mientras lo miro llevarse la bombilla a la boca sin sacar la vista de la ruta.

—En nada. Me colgué pensando si traje todo lo que necesitaba.

—No vamos a necesitar mucho. El hotel tiene todo.

Asiento y agarro nuevamente el mate para concentrarme en seguir pasándoselo cada tanto.

No tardamos mucho en llegar al hotel. Habíamos salido de Capital después del mediodía y a eso de las 14 ya estacionamos el auto en la entrada.

Uno de los miembros del personal se acerca para pedirle la llave a Gonzalo con la excusa de que lo iba a guardar en el estacionamiento interno, y él se la da sin problemas. Sé que pidió expresamente que no divulgaran ninguna noticia sobre su presencia en este lugar, y eso me hace pensar que vamos a pasar un fin de semana únicamente para los dos, a pesar de que quizás algunos huéspedes quisieran sacarse una foto o pedir una firmita. Es preferible eso a tener la entrada llena de hinchas.

Mientras Gonzalo se encarga del check-in, aprovecho para alejarme un poco y recorrer el lobby con la mirada. No es chico, pero tampoco es exageradamente grande. Tiene varios sillones, los ascensores a la vista y una puerta grande con un cartel que indica que del otro lado está el comedor. La parte más linda de los hoteles.

—Elena —me llama Gonza, y cuando lo miro me hace una seña para que lo acompañe. En el camino al ascensor me pasa una de las tarjetas que abre la puerta de la habitación—. No la pierdas —me dice.

Tengo que confesar que esto de quedarme unos días en un hotel me llena de emoción. Me encantan los hoteles y la idea de vacaciones y lujo que conllevan. A pesar de que en mi vida solo estuve una o dos veces en un hotel de más de tres estrellas, definitivamente es un estilo de vida al que me puedo acostumbrar.

La habitación es hermosa, amplia y con una vista increíble. La cama tiene sábanas blancas de esas que te invitan a tirarte encima y no salir más. Gonza entra primero, deja su valijita a un costado y comienza a abrir los ventanales para salir al balcón. Yo salgo detrás suyo y lo abrazo por la espalda. Entonces él me besa la mano y lo siento sonreír.

—¿Estás contento? —le pregunto a pesar de que la respuesta es obvia.

Gonzalo se gira para quedar frente a frente conmigo y acaricia mi mejilla.

—Muy. Me encanta estar acá con vos.

En ese momento rodeo su cuello con mis brazos y le doy un beso en los labios, luego en la mandíbula y bajo por el costado de su cuello con besos cortos. Me freno en sus hombros y lo abrazo, apoyando mi cabeza en su pecho.

» CULPABLE - Gonzalo Montiel « Where stories live. Discover now