17 - Disgusto

2.5K 135 73
                                    

» 15 de noviembre de 2018

— ¿Se puede saber en dónde estabas? —la voz de Romina hace que me sobresalte del susto. No la esperaba en el departamento a esta hora.

— ¿No tendrías que estar trabajando? —le pregunto cerrando la puerta detrás mío. Trato de mantener la calma pero sé que mi cara me delata.

— Hoy hago home office. ¿De dónde venís?

Sé que ya no hay forma de inventar alguna mentira y que suene creíble porque no tengo excusa para estar volviendo a las ocho de la mañana un jueves. Me siento acorralada. No quería que se enterara de esta forma, pero no me queda otra opción porque mentirle significa tenerla detrás mío tratando de descubrir la verdad. Entonces, muy a mi pesar, decido contarle todo.

— Pasé la noche con Gonza.

Veo como su sonrisa se ensancha, como si acabara de ganar un mundial.

— Me estás jodiendo.

Niego con la cabeza y me acerco a sentarme junto a ella, que extiende los brazos y grita de emoción.

— Por favor, no se lo digas a nadie. Ni a Pala. Queremos mantenerlo en secreto por un tiempo.

Ella chasquea su lengua repetidas veces.

— Sí, no te preocupes. Nadie se va a enterar —hace un gesto, como restándole importancia a la situación para que me relaje—. Pero ¿desde cuándo? ¿Cómo fue? ¡Contame todo!

Lo pienso unos segundos, tratando de recordar.

— No se, ya van unas semanas. No sabría decirte cuándo empezó todo. No sé qué somos tampoco, pero estamos bien.

No quiero perderme en los recuerdos de mi historia con Gonzalo. No tengo ganas ni tiempo, quiero guardar todo eso para mí. No vale la pena entrar en detalles porque sé que a ella sólo le importa saber una cosa.

— ¡Ay amiga! —grita y me abraza— al fin se dignaron a activar —me suelta del abrazo y aprieta mis manos con fuerza— ¿Y que onda? ¿Ya hicieron el acto?

Sí, Romina le dice "hacer el acto" a tener sexo.

Pongo mis ojos en blanco y me muerdo el labio inferior. Yo no soy tan detallista como ella, no me gusta hablar de esas cosas con nadie, y sé que ella está esperando que le cuente absolutamente todo, cada segundo de todo lo que hicimos y hacemos con Gonza, pero no va a pasar.

— Sí, todo tranqui, pero no te voy a dar detalles de eso.

— Pero la puta —se queja y golpea levemente la mesa—. Bueno, da igual. Me alegra que estén bien, ya sabés que me gusta ese chico para vos.

Sí, lo se. Te encargaste de dejármelo bien claro.

» 16 de noviembre de 2018

Es la segunda vez que suena este timbre de mierda así que no me queda otra más que levantarme de la cama y arrastrar mis pantuflas hacia la puerta. Generalmente no doy bola si no estoy esperando a nadie, sobre todo porque al final del pasillo hay un consultorio odontológico y los pacientes siempre se equivocan de timbre, pero como es la segunda vez que tocan, debe ser algo importante.

El encargado me saluda con emoción cuando me ve y me entrega una bolsa de cartón blanca que está abrochada y tiene un moño rosa y una tarjeta escrita.

— Dejaron esto abajo para vos —me dice encogiéndose de hombros.

No espero nada, por eso me extraña esa bolsa, pero de todas formas le agradezco y cierro la puerta.

» CULPABLE - Gonzalo Montiel « Where stories live. Discover now