19 - Calma

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» 20 de noviembre de 2018

GONZALO

Estaba saliendo de darme una ducha cuando escuché que tocaron el timbre. Me pareció raro porque no esperaba a nadie. De hecho iba a salir a cenar con el Chino y su esposa esa noche, pero todavía era temprano, así que era imposible que fueran ellos.

Acomodándome la remera caminé hacia la puerta y comprobé que era Elena quien estaba del otro lado. Mi cuerpo entero vibró, no imaginaba que pudiera ser ella. Me saludó con una sonrisa cuando abrí la puerta y luego me dio un fuerte abrazo, quedándose así durante unos segundos. Me relajé. No la veía desde el Sábado, y a pesar de que sabía que ella estaba bien, después de la preocupación que me hizo pasar ese fin de semana, estuve el resto de los días un poco alterado. Percibía que andaba pasando algo, pero no quería ponerme muy paranoico.

— Te extrañé —me dijo todavía abrazándome. Le respondí que yo también y la invité a pasar.

— No sabía que ibas a venir.

— Quería que fuera una sorpresa —contó emocionada, pero su sonrisa se borró ante mi falta de respuesta—. Ay, Gonza, jodeme que ya tenías planes.

Negué rápido con la cabeza varias veces e inmediatamente saqué el celular y le escribí al Chino disculpándome. No podía desaprovechar la oportunidad de estar con Elena. No quería tampoco. Prefería mil veces quedarme con ella en casa antes que salir a cenar con alguien más. Tampoco quería que piense que ya había organizado algo y se sintiera culpable. 

El mensaje de Lucas no tardó en llegar.

Chino

No pasa nada, Cache. Usá forro nomas - 09:08 p.m.

Me reí al leerlo y volví a guardar el celular. No lo revisaría más por el resto de la noche.

— Tengo un regalito para vos —dijo Elena mientras buscaba un paquete en su mochila marrón.

— ¿Por qué? —pregunté. No me gustaba que me hicieran regalos.

— Porque sí —contestó sacando una caja envuelta en un papel rojo y blanco y con un moñito—. Porque vos me venís regalando muchas cosas y yo nada. Además, me siento un poco culpable por lo del fin de semana. No quería preocuparte así.

— Pero no era necesario...

— Dale, me pasé la mañana buscando esto. Aceptalo, por favor.

Me pasó la caja y no me quedó otra más que agarrarla. Le agradecí con una sonrisa, tratando de sonar lo más amable posible, pero por dentro me sentía incómodo. Rompí el papel y me encontré con un estuche cuadrado con una "M" dibujada. La miré, ella me miraba sonriendo. Adentro de la caja había un reloj. 

— Vi que siempre que querés saber la hora te fijás en tu celular... No sé, me pareció un buen regalo.

A pesar de que yo no usaba relojes, podría empezar a usarlos por ella. Terminé por sonreír y abrazarla.

— Me encanta. Gracias —le dije antes de darle un beso al costado de su frente. Sentí cómo se alegraba, y eso para mí ya era suficiente.

Ella se separó de mí pero seguimos abrazados. Tomó mi cara con sus manos y me dio un beso. Y recién en ese momento me di cuenta de cuánto necesitaba esto. Necesitaba tenerla conmigo otra vez. Necesitaba estar en calma.

— Te quiero, Gonza —murmuró por lo bajo.

— Yo también, mi amor.

Durante días había sentido la ausencia de Elena en mi cama y en todo el departamento. La había extrañado y la había necesitado. Y al parecer ella se sentía igual, porque había vuelto con ganas, y lo demostraba. Me llenaba el cuerpo de besos, hacía todo lo que le pedía, buscaba que yo lo disfrutara más que ella. No miento al decir que esa noche lo hicimos como nunca, y fue cuando me di cuenta de que estaba enamorado de verdad, de que quería que todas mis noches fueran así, y que fueran con ella. Me volvía loco sentir su piel y la humedad de sus besos. Me encantaba escuchar su voz, abrir los ojos y verla ahí. Ver, no solo sus caras de placer, sino también sus sonrisas cómplices o pícaras. 

» CULPABLE - Gonzalo Montiel « On viuen les histories. Descobreix ara